La cultura gastronómica murciana no sólo es rica en recetas elaboradas que se nutren de productos de extraordinaria calidad, sino que también se caracteriza por hallazgos como el de "las tapas", pequeños platos que se ingieren a modo de aperitivo y que están profundamente arraigados en los modos de vida de la Región de Murcia.
Las recetas de estos platos difieren según los gustos y tradiciones gastronómicas de cada región. En Murcia es habitual su consumición con cerveza, siendo variable el nivel de elaboración de las tapas, ya que como tales pueden servirse desde frutos secos como las almendras, o encurtidos como las aceitunas, hasta guisos elaborados como el zarangollo o los michirones, pasando por todo tipo de embutidos, queso, jamón y pescados o mariscos como el pulpo, las almejas, los mejillones, las gambas o los calamares.
En cuanto a los orígenes de esta arraigada tradición gastronómica, aseguran algunos autores que la tapa nació a causa de una enfermedad del rey Alfonso X el Sabio, que se vio obligado a tomar pequeños bocados entre horas, con pequeños sorbos de vino. Se dice que una vez repuesto, éste dispuso que en los mesones de Castilla no se sirviera vino si no era acompañado de algo de comida.
Otras versiones sitúan el origen en el reinado de Alfonso XII , que en un viaje que emprendió por Jaén, paró en una posada a tomar algo y que al pedir un vaso de vino el mesonero, éste se lo sirvió cubierto con una loncha de jamón para evitar que le pudiera caer cualquier impureza.
No obstante, la versión que se perfila como la más próxima a la realidad es la que apunta que la tapa surgió de la necesidad de los trabajadores de ingerir un pequeño alimento durante su jornada de trabajo, que les permitiera continuar con fuerzas hasta la hora de la comida. Este tentempié era acompañado generalmente de un vaso de vino, para calentar el cuerpo y animar "el espíritu" del que lo consumía.