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El Mar Menor, con 180 kilómetros cuadrados de superficie, es la laguna salada más grande de Europa. Está separada del Mar Mediterráneo por una estrecha franja de arena de 22 kilómetros de largo y entre 100 y 800 metros de ancho, denominada La Manga del Mar Menor.
El entorno natural, el buen clima, la calidad de sus aguas y las inmejorables condiciones para la práctica de deportes náuticos hacen que el Mar Menor sea un destino turístico de referencia.
Esta laguna cuenta con varias zonas protegidas por ley, como es el caso de sus espacios naturales y paisajes, en los que la flora y la fauna autóctonas encuentran un lugar en el que desarrollarse sin los riesgos que supondría para su hábitat la acción humana.
En la actualidad, el Mar Menor ofrece lugares magníficos para visitar, ofreciendo una mezcla de tradición pesquera y minera, núcleos de población relativamente recientes, una amplia oferta gastronómica y de ocio, en la que destaca especialmente la posibilidad de practicar deportes naúticos, como la vela o el buceo deportivo.
Formación de la laguna
El Mar Menor, que actualmente es una laguna, era hace diez millones de años una gran bahía abierta al Mar Mediterráneo. Movimientos de formación de las montañas vertirían sedimentos a través de los ríos, procedentes de lo que actualmente conocemos como Campo de Cartagena, surgiendo así volcanes submarinos que dieron lugar a las islas actuales: Grosa, Mayor o del Barón, Perdiguera, Ciervo, Sujeto y Redonda, de esta misma forma emergería el monte "El Carmolí".
La laguna que hoy conocemos como Mar Menor se formó en la era del Cuaternario (2.000.000 a. C.), sobre una bahía que se extendía desde la actual Cabo de Palos hasta lo que hoy conocemos como El Mojón (San Pedro del Pinatar), además, las corrientes marinas arrastraron arena que se acumuló en los islotes y promontorios volcánicos del litoral, conformando el largo y estrecho brazo conocido como La Manga.
A partir de entonces, el mar interior o Mar Menor se comunicaría con el Mediterráneo a través de una serie de canales o golas naturales que renuevan las aguas.
Origen de la ocupación humana
Los primeros vestigios de civilización en el entorno del Mar Menor datan del Paleolítico, aunque se tiene mayor información y se han localizado más restos arqueológicos de asentamientos de época árabe y romana.
Los romanos desarrollaron en la zona una gran industria de salazones, lo que, unido a un tráfico marítimo importante, permite deducir que su actividad debió ser fundamentalmente económica.
Además, el Mar Menor estaba prácticamente unido al Mediterráneo, los romanos lo denominaban Belich y lo consideraban un puerto de refugio, incluso para naves pesadas, ya que en esa época la laguna contaba con mucha más profundidad.
Edad Media y Moderna
Con la llegada de los árabes, se crearon las encañizadas, para la práctica de un método de pesca que continúa utilizándose en la actualidad para pescar mújol y otras especies típicas del Mar Menor.
Algunas crónicas tanto medievales como de la Edad Moderna, elaboradas concretamente en los reinados de Alfonso X (siglo XIII) y Felipe II (siglo XVI), aluden a la riqueza de los paisajes y de la fauna en la actual comarca marmenorense: un ejemplo es el nombre de la Isla del Ciervo, en honor al animal que predominantemente la habitó, hay que señalar que en la zona durante la Edad Media abundaban los cérvidos (mamíferos rumiantes cuyos machos tienen unos cuernos ramificados que se renuevan periódicamente, como el ciervo y el reno).
Cuando Alfonso X conquistó el reino de Murcia en el siglo XIII, sólo algunos pastores y pescadores poblaban el litoral de la laguna, a causa de las continuas incursiones de los piratas berberiscos procedentes del Norte de África.
Para paliar lo que en la época era un auténtico azote, en 1266 Alfonso X dispuso que los vecinos de Murcia podían ser obligados a socorrer a los campesinos y pescadores del litoral cuando se produjese un desembarco morisco. Para ello, los asaltados enviaban señales de humo desde las torres vigías que se iban sucediendo hasta llegar a Murcia, a la torre de la iglesia de Santa Catalina: la encargada, finalmente, de advertir a la población para que acudiese a socorrer a los habitantes de la costa.
Los incentivos y exenciones concedidas por Alfonso X llevaron a algunos nobles y caballeros de armas aragoneses, catalanes y murcianos a asentarse en la comarca, formando pequeños y dispersos núcleos de población, cuyo topónimo deriva de los nombres de las familias que se establecieron: Pacheco, Roldán, Pagán, etc.
Las incursiones berberiscas no cesaron tras la reconquista de Granada, antes bien al contrario, ya que la irrupción de los turcos en el mediterráneo y la configuración del "estado pirata de Argel" las incrementaría exponencialmente, por lo que el rey Carlos V y su hijo Felipe II dispusieron la construcción de tres torres de ahumada en La Manga y otra más en Cabo de Palos.
Esta intensa actividad humana en la zona, provocó también que las grandes extensiones de árboles (pinos, encinas, robles o tejos) desaparecieran tras la Edad Media.
Infraestructuras de los siglos XIX y XX
La llegada del siglo XIX supuso la formación de dos de los principales municipios de esta comarca: San Javier y San Pedro del Pinatar, ambos dependientes de Murcia hasta entonces. Mientras que Los Alcázares no se segregó de San Javier y Torre Pacheco hasta 1983.
La zona será, a principios del siglo XX, destino de numerosos habitantes procedentes de otras zonas de Murcia, que acudían para tomar los novenarios (nueve baños) durante el mes de agosto. Por ello se construirá en 1904 el Hotel-Balneario La Encarnación, que albergaría unos baños termales que con el tiempo serían muy conocidos.
En 1862 se construyeron los faros de Islas Hormigas y el Estacio, y tres años después, el de Cabo de Palos. Un siglo más tarde, a mediados del XX, la familia Maestre adquiere por subasta pública la zona norte de La Manga, y a principios de 1960, Tomás Maestre compra a Francisco Celdrán la zona sur, comenzando poco después un plan de urbanización.
La Manga recibe en 1963 el impulso de la Ley de Centros de Interés Turístico, y un año más tarde, se construye el primer edificio en la entrada de La Manga: la Torre Negra. Unos años después, sería el turno de los dos primeros hoteles: Entremares y Galúa, hasta llegar a lo que es actualmente: uno de los centros turísticos más importantes de Europa.