La pedanía de Las Palas se sitúa a las faldas de la cara este de la Sierra del Algarrobo, pudiéndose admirar desde la villa tanto el pico del Algarrobo, de 713 metros de altitud, como el de Peñas Blancas de 629 metros, y que destaca por el color blanquecino de sus paredes, algunas con más de 100 metros de altura y casi un kilómetro de longitud. Sin olvidar el pequeño relieve de Cabezo Mingrano, uno de los parajes más apreciados por los lugareños.
Esta sierra posee un suelo rico en rocas ígneas que está muy relacionado con las metalizaciones de los distritos mineros que pertenecieron a Mazarrón. En sus faldas aparecen cuarcitas y filitas, mientras que los picos están formados por mármoles y dolomías.
La flora de los parajes de Las Palas se corresponde a la típica del monte bajo mediterráneo. Las formaciones arbóreas que destacan son las de pinos carrascos, en las zonas silvestres y con relieve, los olivos y almendros, en los campos de cultivos, y los algarrobos o garroferos en los márgenes de las ramblas.
No hay que olvidar hacer mención de la especie que pone nombre a esta villa, la Opuntia FicusIndica, la pala o chumbera, también conocida como higuera de indias.
Otros componentes de la flora del entorno de la localidad son los matorrales de tomillo, esparto, jara, sabina, romero, boalagas, los tarays y carrizos en las zonas de rambla y una especie muy apreciada en el Campo de Cartagena por ser comestible su fruto tierno: el palmito.
La fauna de esta zona se diversifica en especies de caza como conejos, liebres, perdices y codornices, y especies que buscan su hábitat en geografías de más relieve y maleza, como el zorro, el jabalí o la jineta.
Se pueden observar también aves rapaces como el halcón peregrino, el águila pescadora, el cernícalo o el mochuelo.
Tanto la Sierra del Algarrobo como Peñas Blancas, al igual que distintos parajes que se extienden en sus inmediaciones, forman parte de rutas o vías verdes para practicar senderismo, aprovechando tanto la bonanza del paisaje como las curiosidades que pueden contemplarse al pasear por estos parajes, de las que constituyen un ejemplo magnífico los molinos de viento de Las Palas.