La temperatura del agua es función de la insolación recibida (Figura 1), por lo que las aguas marinas son tanto más frías cuanto más alejadas estén del ecuador o cuanto más profundas sean. El alto calor específico del agua salada hace que las pérdidas o ganancias de temperatura se desarrollen lenta y progresivamente.
Si se tiene en cuenta, además, que los rayos solares pueden penetrar y, por tanto, calentar una capa superficial de más de un metro de grosor y que el oleaje y las diferentes corrientes producen un efecto de mezcla muy importante, se puede entender por qué los valores de temperatura de las diferentes masas de agua son bastante homogéneos y están comprendidos entre -1,9ºC y 33ºC. Amplitud reducida si se la compara con los casi 90ºC que pueden separar los extremos de temperatura alcanzados en el medio terrestre.
La disminución de la temperatura del agua de mar debida al aumento de la profundidad suele ser rápida durante los primeros metros y va haciéndose cada vez más lenta a medida que se alcanzan mayores profundidades (Figura 2). Esto se hace muy patente en nuestras latitudes durante el verano, percibiéndose a los 20-30 m un cambio brusco de la temperatura. A la zona que separa las dos masas de agua, la superior más cálida y la inferior más fría, se la denomina termoclina estacional, ya que son las condiciones de falta de temporales y fuerte insolación que se dan durante el verano las que permiten su formación, desapareciendo ésta con las peores condiciones climatológicas invernales. Existe una segunda termoclina alrededor de los 100 m de profundidad que no se ve afectada por las estaciones climatológicas.
Cómo afecta a los organismos marinos
La temperatura de las aguas tiene una gran importancia en la distribución geográfica y en profundidad de los organismos marinos, al influir en procesos tan vitales como alimentación, respiración, crecimiento y reproducción.
La tolerancia a los cambios de temperatura varía mucho de unas especies a otras, existiendo especies que soportan variaciones muy pequeñas (estenotérmicas), mientras que otras no se ven afectadas ni por amplias variaciones (euritérmicas).
Por lo general, las especies que viven en aguas superficiales (Figuras 5 y 6) son más euritérmicas que las de aguas profundas (Figuras 7 y 8) y, dentro de las especies superficiales, las que viven fijas al sustrato más que las de vida libre.
La temperatura de las aguas marinas no sólo se deja sentir en la distribución de los organismos marinos, sino que puede condicionar también la distribución de organismos terrestres.
La lenta pérdida o ganancia de energía calorífica del agua de mar, junto con la diferente naturaleza térmica de las corrientes (cálidas o frías), son factores que influyen y modifican muy marcadamente el clima de las regiones costeras, potenciándose con ello distribuciones de organismos diferentes a las de las zonas más continentales, que no están bajo dicha influencia.
Valores en nuestras costas
La masa de agua que baña las costas de la Región pertenece a un cuerpo de agua más amplio cuyas características proceden de estar sometido a un clima especialmente cálido y seco y de permanecer fuera de la influencia del agua atlántica entrante. El resultado es que dicho cuerpo presenta valores de temperaturas superiores a las masas de agua colindantes.
La fuente de las Figuras 3 y 4 ha sido el Atlas Nacional de España. Sección III/ Grupo 13. M. Obras Públicas y Transporte. A partir de datos del Instituto Español de Oceanografía.
Las temperaturas medias mensuales del agua desde la superficie a los 50 m pueden observarse en el Gráfico 1, obteniéndose un máximo de temperatura superficial en agosto con 24,8ºC y una mínima en febrero con 14,2ºC. (según datos del Instituto Hidrográfico de la Marina, 1983).
Gráfico 1. Variación anual de temperatura a diferentes profundidades (según datos del I. Hidrográfico de la Marina)
La termoclina empezará a formarse en los meses de abril mayo y puede alcanzar profundidades que sobrepasan los -30 m. Su permanencia depende de la aparición de los temporales otoñales, que en algunos años pueden retrasarse hasta bien entrado noviembre (Figura 5).
Figura 5. Aparición y desaparición de la termoclina en nuestras aguas
Juan Carlos Calvín