Según cuenta Marguelonne Toussant en su exhaustivo libro Historia natural y moral de los alimentos (Alianza Editorial, 1991) la primera referencia escrita de los cítricos la encontramos en el manuscrito Yu Kung, en el que se narra que 'envueltos en un pañuelo de seda bordado en el fondo de una cesta aparecen pomelos y naranjas' como tributos entregados al emperador Tayun, que reinó en China entre el 2205 y el 2197 a.C.
La naranja llega a China desde la India, como Buda, y que desde allí pudieron traerla los comerciantes al occidente siguiendo la ruta de la seda. Cuenta Alejandro Arribas –en su libro Sabores que saben–, que cuando los navegantes portugueses se adentran en China en el siglo XVI se maravillan al encontrar unos frutos muy parecidos a las naranjas que se cultivaban en la Península Ibérica. Sin embargo, a su regreso, nadie cree la historia que cuentan acerca de un fruto que ya entonces se consideraba 'tan nuestro', por lo que se popularizó la expresión: ¡naranjas de la china!, como muestra familiar de escepticismo sobre la existencia de alguna cosa.
La Conchinchina
Las mandarinas, por su parte, proceden de la Conchinchina, esto es, de los territorios que ocupa la actual Vietnam –he de confesar que cuando yo leí tan gracioso nombre a nuestros oídos me entraron dudas sobre la existencia o no de tal territorio, o de si se trataba de un error tipográfico–.
Noticias históricas
Nos consta por Plinio que la naranja ya era consumida por los patricios romanos, las cuales llegaban a sus mesas desde la lejana Palestina –desde donde la trajeron los Cruzados en la Edad Media a Europa–. Por excavaciones arqueológicas se sabe que en época romana se cultivaron en Carthago, en el Norte de África, y que, probablemente, desde allí pasaron al Sur de Italia y Sicilia y, posteriormente, a la Península Ibérica.
Sin embargo, no es hasta la época de los grandes descubrimientos marítimos en los siglos XVI y XVII cuando las naranjas adquieren su merecida fama como fuente inigualable de vitamina C o antiescorbútica lo, que provoca la expansión de su cultivo.
Las naranjas en América
Las naranjas fueron uno de los alimentos llevados por los colonizadores españoles a América, primero al caribe, de allí a Florida y, posteriormente, de la mano de los misioneros, al Lejano Oeste –el Far West–, a California, donde la fiebre del oro provocaba una pandemia de malnutrición entre los mineros (alcoholismo, alimentos enlatados, carencia de frutas y verduras). Algunos avispados aprovecharon la coyuntura y vendían el zumo de naranja a precio de oro, nunca mejor dicho: por una dosis se llegaba a pagar una lata de sardinas llena de oro.