Talla realizada en madera policromada. Tamaño natural.

Se trata de la representación de la Virgen con el cuerpo yaciente de su hijo.

María esta sentada como si fuera un gran trono. Esta totalmente idealizada, ya que se representa como una mujer joven, cuando en realidad debería ser una señora de edad avanzada.

La disposición de María, con la cabeza inclinada mirando al cuerpo sin vida de su hijo, produce una sensación de tristeza que conmueve a quien la contempla.

Con la mano derecha sostiene la cabeza de Cristo, mientras que con la izquierda intenta agarrar su mano.

Esta imagen nos transmite el dolor de la madre que ve al hijo que amamantó y crió, muerto en sus brazos tras una muerte atroz.

El cuerpo de Cristo es demasiado grande para la figura de María. Da la sensación de ser muy pesado, es un cuerpo sin vida y por tanto se desploma. El brazo derecho se le cae, literalmente, hacia el suelo.

La anatomía del cuerpo yaciente, denota cierta brusquedad en el tratamiento de las formas. En cambio el rostro de María es de gran exquisitez.

María esta ataviada con un vestido rojo, con adornos en dorado. Lleva una mantilla blanca, y sobre sus rodillas un amplio paño también blanco. Es la sábana que sirve de sudario a Cristo.

Por encima del vestido, un gran manto negro, con un filo a todo alrededor en dorado.

Observaciones

El tema de la Piedad adquiere un gran desarrollo en el siglo XVIII. Este tipo de representación será muy común desde entonces.

Nombre: La Piedad.

Objeto: Escultura.

Autor: Antonio Checa.

Fecha: Finales del siglo XX.

Ubicación: Iglesia del Rosario.