Estación de Zaraiche

La expansión del ferrocarril en España durante el siglo XIX propició la mejoría de las comunicaciones entre la capital del país y la mayoría de las ciudades importantes de las provincias. Con el tiempo esta expansión afectó también a las ciudades más pequeñas y a las distintas regiones y comarcas de todo el país. Fue entonces cuando se promulgó la Ley de Ferrocarriles Secundarios y Estratégicos, el 26 de marzo de 1908. Esta Ley sentaba las bases para la construcción de líneas férreas que permitiera la comunicación entre las distintas regiones del país, independientemente de su importancia. Con la aplicación de esta Ley, que fue ampliada en 1912, muchas de estas regiones comenzaron a desarrollarse económicamente.   

En la Región de Murcia, la comarca del Noroeste comienza a considerar factible la construcción de una línea que uniera los núcleos de población más importantes con la ciudad de Murcia. En el año 1919 se encargó el anteproyecto de la línea férrea Murcia-Mula-Caravaca al ingeniero D. Juan de la Cierva y Codorníu. Este proyecto incluía, además de la construcción del ferrocarril, la edificación de las distintas estaciones en aquellos lugares más destacados. La cabecera de esta línea se situó en la Estación de Zaraiche, Murcia.

Las obras de construcción del ferrocarril y las estaciones comenzaron en el año 1921. La Estación de Zaraiche quedó concluida en 1930, mientras que la línea no se concluyó hasta 1933 debido a los problemas que planteaba para la construcción lo accidentado del terreno. El 30 de mayo de 1933 quedó definitivamente inaugurada la línea Murcia-Mula-Caravaca.

El diseño de la Estación de Zaraiche, aunque modesto, responde a su carácter de estación principal de la línea, ya que el resto de estaciones siguen un diseño más estandarizado y sencillo.

La Estación de Murcia-Zaraiche permaneció en funcionamiento hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando esta línea Murcia-Mula-Caravaca fue abandonada y la estación clausurada.

El antiguo edificio de la Estación fue recuperado y rehabilitado a finales del siglo XX como sede de la empresa Aguas de Murcia, y los andenes y almacenes transformados en aparcamiento. En la actualidad, el edificio sigue cumpliendo esta función y su colorida silueta destaca entre las construcciones y jardines de la Plaza Circular.