La indumentaria tradicional huertana
El traje tradicional huertano refleja los condicionamientos que imponían los factores geográficos y climáticos, lo que determina el tipo de tejido y la medida de mangas y pantalones.
Vestimenta femenina
Las prendas interiores de la mujer huertana son la camisa, los pantalones, el armador o corpiño, cubierto con cubrecorsé y las enaguas, cuyo número y calidad venían determinados por la estación del año.
Las prendas exteriores eran la chambra o blusa de batista o lino blanco, el corpiño, de raso y terciopelo negro el de diario, y de raso crema o blanco con bordados de lentejuelas y cuentas de cristal, el de fiesta. Sobre los hombros caía el mantoncillo y en el traje de lujo se empleaba la mantela. La prenda más vistosa del traje femenino es el refajo o falda, casi siempre hecha de paño o bayeta de lana. Sobre ésta caía el delantal.
Para protegerse del frío, la huertana llevaba una fratiquera que era como una chaquetilla de mangas largas, generalmente de terciopelo o raso negro.
Los peinados característicos de la mujer huertana son el moño de picaporte o moño de ocho ramales sujeto con un lazo de terciopelo negro; y el peinado redondo, con raya en medio y pelo recogido detrás en un moño redondo o rodete.
Vestimenta masculina
Es más sencillo que el femenino y consta de camisón, chaleco, zaragüeles y faja en el traje de faena, y el dolmán o pantalón, sustituyendo al zaragüel, en el de lujo.
Como complementos destacan las alforjas de mano, las calcetas, las esparteñas como calzado de trabajo y el alpargate para los domingos. Para la cabeza, un pañuelo de vivos colores, la montera de terciopelo negro y para la fiesta el sombrero calañés. Los huertanos se peinaban con el pelo muy corto sobre el cráneo y un poco más largo y rizado por los lados. Su barba estuvo siempre bien afeitada.
La música y el baile en la Huerta de Murcia
La música y el baile siempre han estado omnipresentes en todos los acontecimientos de la vida de los huertanos. Los caminos de la Huerta estaban amenizados por los sonidos de la rondallas y los mozos huertanos emplearon la malagueña llamada 'de la madrugá' para cortejar a la moza de sus amores.
Para Bonifacio Gil el canto durante el trabajo es la perla más valiosa del cante huertano, como aquella que cantaban mientras encaramados en lo alto de la morera recogían sus frutos: 'Er que está cogiendo hoja/ y no la sabe muñir/ los borrones' eja ciegos'/ y no 'guerven' salir'.
El baile alegraba las fiestas de la sociedad murciana, jotas, malagueñas y, especialmente, parrandas eran interpretadas por parejas de bailarines y cantadas por hombres y mujeres.
El noviazgo y la boda
El mozo que cortejaba a una moza a la que quería para novia, debía primero obtener el consentimientos de los padres de ella. El joven huertano entraba en la barraca de la novia diciendo 'Dios guarde' y desde dentro provenía la contestación 'Pasa alante'.
El ritual de aceptación del pretendiente se celebraba a la vera del tinajero, donde el mozo pedía permiso para beber en una de las jarras. Si la moza bebía en la misma jarra, significaba que daba su consentimiento al noviazgo y si tras ella bebía su padre, entonces el contrato prematrimonial quedaba formalizado.
El convite de boda se celebraba en casa de los padres de la novia y al día siguiente tenía lugar la llamada 'tornaboda' en casa de la familia del novio, donde se volvía a festejar el enlace.
Antes de la boda ya había quedado acordado el ajuar que cada uno de los jóvenes iba a aportar al matrimonio. El ajuar de la novia solía componerse de un tablado de la cama, colchones, tinajas para el agua, un cantarero, espetera y artesa para amasar pan. El novio, por su parte, ofrecía barraca, tierras, dinero y animales.
Las romerías huertanas
Los huertanos celebraban con especial devoción la Romería de la Fuensanta en el mes de septiembre. Por la mañana temprano acudían a la Catedral de Murcia para ver salir a su Virgen en romería hacia el eremitorio del monte, por el camino de Algezares.
En agosto caminaban en romería hasta el cercano pueblo de Monteagudo para acompañar a San Cayetano a su iglesia.
En el día de la Asunción, los huertanos se encaminaban a bordo de carros hacia la playa de Los Alcázares para cumplir con el rito de los novenarios, un ancestral rito que consistía en la toma de nueve baños y que, según el clamor popular, garantizaban buena salud para el resto del año.
Juegos populares
Los juegos más emblemáticos de la Huerta de Murcia son los bolos y el caliche.
Los Bolos murcianos gozan de mayor raigambre, y permite a los mozos alardear de vigor físico. Consiste en lanzar unas bolas de madera dura, de casi un kilogramo de peso, a veinte metros de distancia, donde se encuentran los bolos.
El caliche es principalmente un juego de habilidad. El caliche es un trozo de madera cilíndrica colocado en el centro de un recuadro o círculo trazado en el suelo, y sobre el que se coloca el dinero que se disputa. Para derribarlo se tiran unas piezas de hierro, llamadas moneos. Si el caliche cae al golpe de la pieza y el dinero que hay puesto encima del recuadro se sale fuera, se gana.