Frutos amarillos-dorados y muy aromáticos
Frutos amarillos-dorados y muy aromáticos
Julio Pedauyé Ruiz

    El membrillero es un árbol caducifolio, de crecimiento lento, que alcanza los 4 ó 5 metros de altura, adaptado a nuestro clima templado, si bien su hábitat natural es el Oriente Medio, en tierras más calientes y secas. Su capacidad para vegetar a la orilla de los cauces sin que el exceso de humedad lo perjudique propició que en nuestras tierras de regadío se plantase en los márgenes de acequias y brazales junto a las moreras para sujetar la tierra.

    Florece en primavera, de marzo a mayo, y sus flores solitarias son de color blanco o rosado y aparecen en las axilas de las hojas.

    Su fruto es de color amarillo-dorado, muy aromático cuando están maduros, de más o menos tamaño dependiendo de la variedad, lo que ha dado que en Murcia conozcamos como membrillas los frutos más pequeños pero más dulces y blandos, mientras que llamamos membrillos a los de mayor tamaño pero de carne menos dulce y más dura. En todo caso, su pulpa es blanca-amarillenta y áspera, conteniendo numerosas semillas.

    Para aquellos que planten membrilleros conviene que tengan presente que los membrilleros son lentos en su crecimiento y, en general, dan poca producción. Además, sus frutos suelen estar 'tocados' por enfermedades y plagas –insectos–, lo que se pone de manifiesto cuando los mondamos para preparar la carne de membrillo.

    Los membrilleros se han utilizado con frecuencia como patrón para el injerto de otros frutales de la familia de las rosáceas como los perales.

Historias y leyendas

    Hay quienes sostienen que el simbólico fruto del Jardín del Edén, que Adán ofreció a Eva, no fue una manzana, sino un dorado membrillo deliciosamente perfumado, hipótesis que resulta bastante plausible si se acepta que el Edén estaba situado en Mesopotamia.

    Los científicos conocen al membrillero con el nombre de Cydonia oblonga Mill., nombre que le pusieron en reconocimiento a la Grecia clásica que ya lo cultivaba en la ciudad de Cydonia de la isla de Creta, para ofrendas a la diosa Venus como símbolo de felicidad, amor y fecundidad.

    El pueblo romano recogió esta creencia y acostumbraba dar a comer a los recién casados un membrillo antes de entrar al hogar como símbolo de suerte futura.

    En el sureste peninsular, los invasores islámicos contribuyeron a la expansión de su cultivo pues ya eran reconocidas las propiedades astringentes, tónicas y estomacales de sus frutos.

Curiosidades

    Recuerdo que cuando era chico, y en la playa de Los Locos de Torrevieja había cuatro casas y las calles eran de tierra. Mi padre, que era agricultor, hacia finales del verano cuando venía de trabajar al mediodía, solía traer membrillos, que llevaba consigo cuando bajaba a bañarse a la playa, y con los que jugábamos mis amigos y yo tirándonoslos unos a otros en el agua como si de unas pelotas se tratara pues flotaban como ellas. Resultaba delicioso arrearle algún que otro bocado a aquellos membrillos, que quizás por el agua salada del mar, no resultaban nada ásperos ni amargos.

    Una característica de los membrillos es que contienen una elevada cantidad de pectina en su piel y pepitas, lo que confiere a las salsas y mermeladas confeccionadas con ellos una textura mucilaginosa agradable. Por ello, cuando se cocinan, resulta útil emplear las peladuras y semillas encerrándolas en un atadillo y retirándolas tras la cocción.

    Debido a su agradable aroma, en las casa de la huerta se introducían membrillos entre las ropas de cama para perfumarlas.

    Como recordarán los que ahora tienen en torno a los cuarenta años, el bocadillo de carne de membrillo era uno de los típicos que nos preparaban nuestras madres para ir a la escuela.