Obra
El aliento del alma murciana
José Frutos Baeza atesora una interesante obra en la que se encuadran diversos géneros, desde el poético, hasta el narrativo e histórico.
Su obra poética rezuma costumbrismo murciano, ceñido al estricto ámbito de la Huerta de Murcia capital. Pero también cuenta con dos obras que lo catapultan desde el nivel costumbrista hasta el de la literatura normatizada con alcances de mayor universalidad. Se trata de 'Bosquejo histórico de Murcia y su Concejo' y 'El ciudadano Fortún'. Ambas obras son históricas, pero la segunda es la única novela del autor, y ha sido comparada con los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós.
Su obra poética es la que encarna con mayor autenticidad la tradición popular murciana, aromada de una delicadeza cuyo mérito reside en dar un acorde con la finura y la distinción del paisaje huertano murciano.
El empleo del lenguaje huertano en sus versos es una de las notas más características de la poesía de Frutos Baeza. Sus bandos y soflamas panochas, llamados también, perolatas, cargados de acento huertano, han hecho reír a varias generaciones de huertanos y han elevado consagrado a Frutos Baeza como el responsable de dotar de forma literaria el carácter rural y el lenguaje panocho, siempre revestido de su especial gracejo e ingenio.
El libro más característico del estilo y la temática del Frutos más genuino es 'De mi tierra', colección de romances castellanos y panochos, tres veces reeditada, la última bajo el título de 'Cajines y Albares' (1904). Aquí es donde figura su famoso romance 'El habla de Murcia'.
José Frutos Baeza y los Juegos Populares de la Huerta
José Frutos Beza dedicó un apartado en su libro 'De mi tierra' (Murcia, 1897 y 1899), a los 'Juegos', obras de teatro rudimentarias que se representaban al aire libre en las fiestas populares de la huerta.
Frutos recoge en su libro cuatro de ellos: 'El médico', 'El callejero particular', 'El juego del ceazo' y 'El Cristo del velón'.
Se trata de sencillas narraciones dialogadas, muy próximas a antiguas formas de teatro popular, en las que el éxito depende principalmente de la habilidad con la que los representantes desarrollen la sencilla trama. En ellos es fundamental el humor socarrón.
Frutos Baeza consiguió rescatar del ostracismo esta divertida y castiza forma de representación teatral: 'han desaparecido casi en absoluto de las costumbres de la Huerta, las representaciones de los llamados Juegos, unos como los pasillos cómicos, que han sido regocijo de nuestros huertanos en el transcurso de muchas generaciones. Por suerte o por desgracia, en la Huerta lo que cae ya no se levanta'.
La divulgación de estos antiguos 'Juegos' fue una intención parecida a la de sus poesías: la defensa de las tradiciones locales.