La recuperación de Cartagena bajo la dominación árabe
A principios del siglo VIII ejércitos árabes a las órdenes de Tarik inician la campaña de conquista del reino visigodo de Hispania. En el año 713, las tropas de Abd al-Aziz asumen la conquista del Sureste peninsular, dirigiéndose a las tierras bajo el gobierno del señor de la región levantina, Teodomiro. Ambos firmaron el Tratado de Teodomiro, que recogía las condiciones de armisticio entre las partes.
Tras la capitulación de la Cora de Tudmir, en el año 734 Cartagena cayó en manos de los árabes, quienes la llamaron Qartayannat al-Halfa e inauguraron una etapa de recuperación de la ciudad, que alcanzó su punto álgido en la primera mitad del siglo XIII. Cartagena aparece mencionada por diversos autores árabes desde el siglo X, designada como madina e integrada en el ámbito territorial andalusí de la cora de Tudmir.
Adb al-Rahman I la convirtió en una base naval para las correrías marítimas de los árabes y el poblamiento de su campo se llenó de topónimos de origen arábigo: Benipila, La Algameca, Mandarache, Alumbres o La Azohía. Con Abd al-Rahman III Cartagena experimentó un renovado dinamismo de sus minas de plata y plomo y del tráfico naval de exportación en su puerto, convirtiéndose en uno de los principales de Al-Ándalus. A mediados del siglo XII, el geógrafo al-Idrisi, afirma que Cartagena "es fondadero obligado de la ciudad de Murcia y una ciudad antigua que data de tiempos remotos, cuyo puerto sirve de refugio para los navíos grandes y pequeños". El mismo autor se refiere a su territorio, del que dice ser "muy fértil y estar lleno de recursos".
El campo y la ciudad de Cartagena en época árabe
En los siglos XI y XII Cartagena ya estaba plenamente desarrollada como ciudad islámica. Los árabes habían establecido la medina en las laderas del Monte de la Concepción, la habían cercado con una muralla y habían emplazado la alcazaba en su cima. Por la ladera septentrional de la colina se extendía el arrabal, y por la ladera occidental bajaba hacia el muelle el barrio de Gomera. En el punto donde convergían la medina, el arrabal y el barrio de Gomera, se erigía la mezquita, con similar emplazamiento al de la Iglesia de Santa María la Vieja. El cementerio o maqbara se localizaba extramuros de la ciudad, en el entorno de las actuales calles Jara, Cuatro Santos y Soledad. La ciudad debía de contar con tres puertas: una frente al muelle y una a cada lado del arrabal, desde donde salían los caminos de Murcia y San Ginés.
En el campo aparecían fincas de recreo y algunos huertos, especialmente en el Hondón. Una vez pasado El Almarjal, por entonces inundado, comenzaba una pequeña huerta regada por fuentes que surgían entre el actual barrio de San Antón y la rambla de Benipila, y donde aparecían alquerías árabes. Fuera de los enclaves de regadío se extendía el secano, dedicado al cultivo de cereales, con algunos almendros, olivos y algarrobos, salpicando el Campo de Cartagena de rahales. A principios del siglo XIII Cartagena y su zona de influencia contaban con unos tres o cuatro mil habitantes, la mayoría convertidos a la nueva religión, a excepción de algunos grupos mozárabes con sus lugares de culto, como San Ginés de la Jara.