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   En el umbral de la Cristiandad

   En el año 1243 el infante don Alfonso firma con el reyezuelo de Murcia el Tratado de Alcaraz, por el que los castellanos recibían las fortalezas y el pago de un canon fiscal a cambio de respetar las vidas, bienes, costumbres y religión de los mudéjares. Lorca se resistió a admitir la autoridad murciana, pero tuvo que capitular en 1244, pasando a manos cristianas. Con la conquista castellana Lorca continuó desempeñando su papel de núcleo de una rica comarca agrícola y de importante actividad artesanal, pero su carácter fronterizo dificultó el desarrollo de la agricultura. Lorca se convirtió en la llave del reino castellano, pero también en la base de partida para las incursiones en territorio enemigo.

   Este período fronterizo de Lorca dificultó mucho el poblamiento del lugar, ya que el peligro continuo de la guerra o del cautiverio, unido a las reiteradas epidemias, despoblación, abandono de tierras y las malas condiciones de vida bajo un clima subdesértico, hicieron de la supervivencia en Lorca toda una hazaña. Las continuas correrías granadinas llevaron a los habitantes de Lorca a prestar mayor atención a la ganadería, ya que resultaba más fácil de salvar que una plantación.

   El peligro fronterizo influyó en la vida de la población que, atemorizada, decidió concentrarse en el recinto de la villa y en su fortaleza. La frontera granadina transformó también el carácter de la población lorquina, ya que en tiempos bélicos la frontera se tornaba en una tierra de posibilidades, donde un plebeyo podía convertirse en noble a través de servicios militares, puesto que en los últimos retazos de la Reconquista, la guerra era considerada un oficio con reconocimiento social.

   La sublevación mudéjar y la repoblación cristiana de la frontera

   Tras el fallecimiento de Fernando III en 1252, Alfonso X comenzó una política de afianzamiento del poder y de la frontera cristiana, desplazando a la población mudéjar e imponiendo el modelo cristiano sin tregua. Esta política de Alfonso X desencadenó la sublevación mudéjar de 1264. Murcia cayó en manos de los sublevados y en Lorca sólo se reveló la villa, aguantando la guarnición castellana de la fortaleza al mando de Diego Sánchez de Bustamante.

   La intervención de Jaime I de Aragón, en ayuda de su yerno Alfonso X 'El Sabio', puso fin a la sublevación mudéjar y el Rey castellano expulsó a grandes contingentes de mudéjares, especialmente en Lorca. Se inicia así un nuevo capítulo en la Historia lorquina: el de la repoblación cristiana. Con el dominio cristiano Lorca, al igual que Murcia y Cartagena, se convierte en concejo de realengo, dependiente de la Corona y provista de fueros especiales. Lorca recibió numerosos privilegios por su situación fronteriza. Fue en el Fuero de Lorca, donde se le otorgó el derecho a tener sello propio con distinción. El nuevo modelo de civilización necesitaba un estandarte que se erigiese como emblema y que pudiese ser contemplado por todos. Ésta fue la razón de la construcción de una gran Torre del Homenaje que culminase el alcázar: la Torre Alfonsina.

   Entre la Corona de Aragón y don Juan Manuel

   La muerte de Alfonso X en 1284 desencadenó una guerra civil entre las dos Coronas por el control del reino murciano, que terminó cayendo en manos aragonesas. Pero en 1304, el Tratado de Torrellas resolvía que la zona sur del reino murciano sería devuelta a Castilla, Lorca incluida. Los años siguientes fueron de intensificación de la crisis de despoblación y de desarrollo ganadero.

   A principios del siglo XIV Lorca se encontraba dominada por el gran noble del momento de Castilla: don Juan Manuel, convertido en adelantado mayor del reino de Murcia. Este siglo XIV, en el que Lorca gravitó entre las manos de los aragoneses y de don Juan Manuel, fue de duras crisis en toda Europa, agravadas por la Peste Negra del año 1348. A partir de entonces, y de forma periódica a lo largo de tres siglos, la epidemia caería sobre Lorca, con el colofón de la de 1648. Un hecho destacado del siglo XIV y que caracterizará los aprovechamientos hídricos en Lorca fue la subasta del agua (alporchón), que suponía una separación del líquido vital y de la tierra.


   La Batalla de los Alporchones y la Colegiata de San Patricio

   La batalla más emblemática del pasado fronterizo lorquino fue la de Los Alporchones. Aquella sociedad del umbral de la cristiandad se articulaba en torno a un gran linaje: el de la Casa Fajardo, del que Alonso Fajardo 'El Bravo' fue su personaje más controvertido. En 1452, un nutrido contingente de musulmanes había realizado una cabalgada contra los campos de Cartagena. A su regreso, la hueste lorquina al frente del alcaide de su fortaleza, Alonso Fajardo, derrotaron a los granadinos en las cercanías de la ciudad. Después de este enfrentamiento, los choques armados fueron de pequeño calibre hasta la Reconquista de Granada en 1492.

   La victoria dio gloria a la ciudad de Lorca. Un siglo después, el Papa Clemente VII concedió la construcción de la Colegiata de San Patricio, en conmemoración de aquel victorioso 17 de marzo, fecha que coincide con la onomástica del santo irlandés. El avance de la frontera hacia Occidente generó una coyuntura económica abierta, que posibilitó un auge de la ganadería lorquina, llegando a formarse una asociación de ganaderos dirigida por los más poderosos integrantes de las principales familias de Lorca: la Mesta.

   La Lorca de los Reyes Católicos. El protagonismo de los Fajardo

   En 1474 los Reyes Católicos llegaron al trono castellano, inaugurando una nueva etapa cuajada de cambios en la vida y la mentalidad de la sociedad. En este contexto vivía una nobleza ávida de alcanzar la cúspide del poder político y económico, y de conseguir señoríos donde dispusieran de plena autoridad en detrimento del poder del monarca. Los Fajardo fueron una de estas familias que empezarían luchando por espacio y terminarían haciéndolo por la hegemonía. El señorío de esta estirpe alcanzó gran auge durante el reinado de los Reyes Católicos.

   El siglo XV está marcado por la pugna entre la familia Fajardo y la colaboración con los Reyes Católicos en derechos de armas. Símbolo del poder alcanzado por esta estirpe fue su castillo-palacio de Vélez Blanco que, pese a estar ubicado en la provincia de Almería. Durante las campañas granadinas, Lorca ostentó el papel de hostigamiento constante de la frontera para multiplicar los frentes y debilitar las guarniciones.