José Ortega Cano, Cartagena, 1953
Primeros pasos en el mundo del toreo
José Ortega Cano nació en Cartagena el 27 de diciembre del año 1953 en el seno de una familia humilde, lo que le hizo valorar desde pequeño las cosas difíciles conseguidas con esfuerzo.
Siendo aún un niño se traslada a vivir a San Sebastián de los Reyes, en Madrid, lugar donde José Ortega Cano se inició en el mundo del toro.
Estos primeros pasos resultaron algo inusuales, pues en menos de un año pasó de debutar con picadores en Madrid el 9 de septiembre de 1973, a tomar la alternativa en Zaragoza de manos de José María Manzanares el 12 de Octubre de 1974.
Los comienzos del torero cartagenero son bastante arduos, como lo demuestran las no más de 15 corridas que desde su alternativa hasta 1977 realizó Ortega Cano, enfrentado a muy duras ganaderías.
Cornadas y triunfos
El 5 de mayo de 1978 fue el día de la confirmación de su alternativa, que tuvo como padrino a Antonio Rojas y a Lorenzo Manuel Villalta de testigo. Tan sólo un año después de esto un toro de Victorino Martín le hiere de gravedad durante las Fiestas de San Isidro de Madrid, primera cornada que marca el inicio de una serie de delicados percances que han jalonado desde entonces su carrera. No obstante obtiene el Trofeo Mayte y Casa de Córdoba a la mejor estocada de San Isidro.
El primer triunfo sonado de Ortega Cano fue en 1982 en Madrid al indultar en la plaza al toro Belador, de la misma ganadería del que tres años atrás le había cogido. Pese a este logro su trayectoria en el mundo del toreo no lograba afianzarse suficientemente, llegando incluso a plantearse abandonarlo, pese a que ese mismo año corta un oreja en Sevilla.
Sin embargo, uno de los principales rasgos del cartagenero ha sido siempre su tenacidad y su ímpetu para crecerse frente a las adversidades, y esto fue lo que le hizo superar los momentos de duda y decidir continuar.
Consolidación de la figura de Ortega Cano
Una de sus actuaciones en 1984 supuso el impulso que José necesitaba para alzar el vuelo de su carrera profesional, aumentando sus corridas en la temporada siguiente. En ese tiempo Ortega Cano tuvo que echar mano de nuevo de su valentía y, demostrando un profundo sentimiento hacia lo que era su pasión, continuó en activo a pesar de haber recibido hasta cinco cornadas.
Las recompensas a tantos sacrificios y esfuerzos comienzan a aparecer, y Ortega Cano sale a hombros por la Puerta Grande en la plaza de Las Ventas en dos ocasiones, en San Isidro y la Feria de Otoño de Madrid.
Fueron esos años 80 en los que se confirma el surgimiento de una nueva figura del toreo, que llega a recorrer plazas de distintos países como las de Venezuela, Colombia o México. El 20 de abril del 87 consigue el Trofeo César Girón al cortar dos orejas en la localidad francesa de Arlés y en junio de ese mismo año vuelve a alcanzar otro notable éxito en Madrid, triunfos que le van consolidando dentro del ámbito taurino español.
Volver a caer, volver a levantarse
Sin embargo, como si de un fantasma que le persiguiera se tratase, una nueva cogida de un toro de Baltasar Ibán en Zaragoza trunca a finales de la excelente temporada de 1987 la buena racha que había estado teniendo.
Después de este suceso, que le afectaría especialmente, la suerte no jugó de parte de José Ortega Cano, reflejándose en la plaza un mermado estado de ánimo. Los altibajos y nuevas cornadas se sucedieron en años siguientes.
En un alarde de gallardía nuevamente Ortega Cano supo reponerse de estas circunstancias, convirtiéndose en un artista del toreo reconocido, tal y como demostró en la Feria de Abril de 1991 en Sevilla, donde, entrando en sustitución de Capea culmina una extraordinaria faena. Este alzamiento parece confirmar la satisfactoria época que inaugura el torero oriundo de Cartagena.
También en el mismo año, la tarde de la corrida benéfica de Madrid fue una muestra más del buen momento que atravesaba el torero, cortando tres orejas junto a César Rincón.
Posteriormente se mantuvo la trayectoria positiva, no bajando de las cincuenta corridas anuales y realizando loables faenas en distintas plazas del país: Granada, Alicante, Pamplona, Burgos, Murcia, Jaén, Albacete, El Puerto, La Coruña o León son algunos de los testigos donde se pudo presenciar los triunfos de Ortega Cano a principios de los 90.
El momento de la retirada
Aunque encontrándose en uno de sus mejores momentos profesionales, en 1995 ya comienza a expresar su intención de retirarse del mundo taurino. Una peligrosa cogida en enero de ese mismo año cuando se encontraba toreando en Cartagena de Indias (Colombia), le hizo ahondar en esa decisión.
El año 1996 tampoco resultó productivo para Ortega Cano, que debido a su matrimonio con la popular tonadillera Rocío Jurado acrecentó su fama fuera de los círculos taurinos, comenzando a aparecer en la prensa del corazón.
Las críticas tauromáquicas de ese tiempo fueron bastante duras con un Ortega Cano que se hallaba demasiado afectado por las cornadas recibidas, lo que abatió el ánimo del torero.
Poco a poco sin embargo comenzaría a resurgir la inquietud del torero, y después de haber estado varios meses sin aparecer, comenzaría a presentarse en las corridas de verano de algunos pueblos y plazas.
Superando los escollos del camino y rescatando la moral volvió a emerger como una de las principales figuras toreras del país. Dos brillantes actuaciones le hicieron recuperar la sonrisa y el entusiasmo que había mitigado. Una tuvo lugar en Algete (Madrid), donde supo con gran maestría sobreponerse a los tres avisos que escuchó en el primer toro y cortarle el rabo al segundo; y la otra fue durante la Feria de Jaén, procurándole el indulto al toro.
Una nueva época para Ortega Cano
Escarmentado de las malas experiencias que había tenido en la anterior temporada, la iniciada en 1997 estuvo marcada por los cambios. El cartagenero se alió con Simón Casas, comenzando una campaña que se caracterizó por su participación en plazas de menor nombre.
Los comienzos de esta nueva campaña no fueron del todo satisfactorios, pero hizo destacados trabajos en las plazas de Castellón, Barcelona y principalmente en la de El Puerto de Santa María. Muchos calificaron esa actuación como la mejor de la temporada en aquel recinto.
A pesar de todo, al año siguiente el popular torero anuncia, después de muchas cavilaciones y volcado de lleno en su vida familiar, su retirada definitiva de los ruedos. Antes de la despedida culmina buenas faenas en diversas plazas, algunas de reducida importancia y otras mayores como la de Sevilla, Algeciras, Burgos, Nimes o Bilbao.
La vuelta a los ruedos
Sin embargo, transcurridos un par de años dedicados por entero a su mujer, sus hijos y su ganadería, Ortega Cano reaparece en el año 2001. En esta nueva etapa irá acompañado de varios apoderados que, por unas razones u otras, se fueron sucediendo: Eduardo Canorea, Emilio Moreno o el taurino Manolo Martín.
El convencimiento del torero no parece claro cuando en el 2003 anuncia de nuevo su marcha una vez cumpliera los contratos que ya tenía firmados. Su despedida taurina tiene lugar el 21 de noviembre en Vistalegre, no volviendo a vestir con traje de luces desde ese momento, pero quedando aún estrechamente vinculado a este mundo, lidiando novillos en varias partes del mundo y participando en varios festivales benéficos.
Su interés por ir superándose cada día y entregar a los aficionados del mundo del toro lo mejor de sí mismo han sido los deseos de este cartagenero que aunque afincado desde pequeño en Madrid, siempre ha tenido presente el cariño y el apego de su tierra. En abril de 2005 anunció su intención de volver al toreo con Luciano Núñez como apoderado, convencido de que aún tiene cosas que aportar.