La Virgen del Rosario en la historia
La celebración de la festividad de la Virgen del Rosario el día 7 de Octubre se remonta en la iglesia católica al año 1572. Fue establecida dentro de la liturgia por el Papa dominico San Pío V. Su sucesor, Gregorio XIII, contribuyó a la difusión de la fiesta al instituirla en aquellas parroquias que poseían cofradía.
Clemente XI extendería la fiesta a toda la Iglesia Universal en 1716. Las celebraciones se fijaron en el calendario eclesiástico el primer domingo de octubre, pero finalmente quedó establecida el día 7 del mismo mes.
La iconografía de esta Virgen no responde a unos patrones fijos, mas bien varía en función de los lugares donde se apareció, incluso cambia su nombre.
La tradición del Rosario nace, según testimonia la Iglesia, al aparecerse la Virgen a Santo Domingo de Guzmán en el año 1208. Le enseñó a rezar el Rosario, le invitó a propagar esta devoción y a que la utilizara para la conversión de los pecadores.
Domingo de Guzmán fue el fundador de la Orden de los Dominicos. Cuando sucedió el milagro de la aparición, se encontraba en el sur de Francia luchando contra la herejía albigense.
A raíz de la instauración del nuevo rezo, su misión evangelizadora evoluciona, hasta el punto de que su propia Orden Religiosa fue aprobada por el Papa Honorio III el 21 de Enero de 1217. Tras su muerte, fue canonizado por Gregorio IX en el año 1234.
La iglesia lo considera el padre de la tradicional oración del Rosario.
El Rosario avalado por numerosas apariciones
Además de la aparición mariana a Santo Domingo, que fue el origen de esta oración, existen otras apariciones que corroboran la utilidad y conveniencia de este rezo.
Durante dos siglos fue instrumento muy útil para la conversión y refuerzo de la fe de los fieles. Cuando su práctica empezó a decaer, una aparición de la Virgen a Alano de la Rupe, en la que le pidió que la reavivara, dio sus frutos y de nuevo resurgió.
Las apariciones de la Virgen en Fátima y Lourdes estaban vinculadas al Rosario. En ellas la Imagen de la Inmaculada Concepción exhortó a rezar el Rosario, como vehículo de la fe y la salvación. En ambas portaba en sus manos el instrumento del rezo, acompañando a los devotos en su ejercicio de manera portentosa.
En Argentina, en la ciudad de San Nicolás, las apariciones de la Virgen ocasionaron gran devoción. Pero también trajeron controversias que trascendieron las fronteras nacionales, debiendo intervenir el propio Papa para mediar.
Significado del Rosario
La palabra Rosario viene a significar corona de rosas. Metafóricamente cada avemaría de las que componen el rezo sería una rosa y juntas compondrían la corona.
El rezo del Rosario implica dos procesos: uno verbal y otro mental. Durante la oración mental se debe meditar sobre los grandes misterios de la vida de Jesucristo, sobre su dolor y su gloria. Los quince misterios se han agrupado en tres divisiones: los Gozosos, Dolorosos y Gloriosos.
Mientras, se deben recitar quince decenas de Avemarías, cada decena encabezada por un Padre Nuestro. Las cuentas de la cadena nos servirán para llevar el número de los rezos.
Rezar el Rosario, anunció la Virgen en su aparición, conlleva una serie de beneficios, de entre los cuales destacan:
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Quien rece constantemente mi Rosario recibirá cualquier gracia que me pida.
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El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías.
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El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.
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Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente.