La creación de la parroquia de Ojós abre el siglo XVI
La población mudéjar de Ojós se convirtió al cristianismo en el año 1501. A partir de este momento nacería en el pueblo la idea de separarse de Ricote y convertirse en Concejo independiente. El siglo XVI comenzó en Ojós, y en todo el Valle de Ricote, con un hecho que iba a marcar el devenir histórico de la zona: en agosto de 1505 la bula Inter Caetera del Papa Julio II crea las parroquias del Valle, se implanta un estructura eclesiástica organizada. El responsable de la primera petición para esta creación fue Miguel Pérez de Almazán, amigo del Rey Fernando 'el Católico', que se había hecho cargo de la encomienda un año antes.
La bula Inter Caetera dispuso:
-La creación de las parroquias.
-Puso la parroquia de Ojós bajo la advocación de los Santos Felipe y Santiago.
-Destinó una serie de ducados para el mantenimiento de los templos y los religiosos que se encargaron de ellos.
-Marcó las obligaciones pastorales de los sacerdotes.
-Se reservó el derecho a la presentación de los párrocos ante la encomienda.
Años después, sin que se conozca la razón, la parroquia pasaría a ser de San Agustín. A finales de este siglo XVI, en el año 1588, Ojós consiguió lo que venía ansiando desde hacía casi un siglo, su independencia. No les resultó fácil a los habitantes de la población, ya que tuvieron que pagar 1.100 ducados a Su Majestad Felipe II. El acta que daba a Ojós la independencia fue firmada por el comisionado regio Diego del Águila; los ojenses Francisco Turpín y Diego Alcaraz como alcaldes ordinarios de la villa; y Gonzalo Marín y Fernán Pérez vecinos de Cieza como testigos. Esta acción suponía que, a partir de ese momento, Ojós no tenía que rendir cuentas a los gobernadores caravaqueños; poder poner al pueblo las insignias de jurisdicción propias: horca, picota, cuchillo, cárcel y demás; elegir y nombrar cada año a sus alcaldes, regidores, alguacil, mayordomo y demás oficiales del concejo sin contar con Caravaca.
Los inicios del siglo XVII, la expulsión de los moriscos
El trabajo en la agricultura estaba básicamente ligado a la población morisca. Trabajaban en tierras que habían heredado de sus antepasados musulmanes, pagaban sus impuestos y comerciaban con sus ganancias. Pero a principios del siglo XVII toda su estructura social se vería en peligro ante la posibilidad de que fueran expulsados de la Península Ibérica. El 4 de abril de 1609 Felipe III firmó el decreto por el que los moriscos debían ser expulsados de España. El Valle de Ricote se vería, entonces, privado de los pobladores que durante tantos años habían llevado la bonanza económica a las tierras. En un primer momento se intentó parar esta expulsión desde Murcia, pero a partir de 1611 la salida era inminente. Los moriscos de Ricote llegaron a rogar al Rey Felipe III su magnanimidad, ante un caso en el que las sinceras conversiones e integración social dejaban claro a todas luces la simbiosis que en el Valle se había producido entre todos sus habitantes y la naturaleza que los rodeaba.
Pero la decisión de los partidarios de la expulsión era grande y firme. A partir del año 1613, 2.500 moriscos son desalojados del Valle de Ricote por las fuerzas reales. La práctica totalidad de Ojós tuvo que abandonar la Península Ibérica por puertos como el de Cartagena, en el que se hacinaban los moriscos del sur de España. A lo largo del siglo XVII Ojós se vio sacudida por la subida de los impuestos, por riadas del Segura, malas cosechas y una terrible epidemia de Peste en 1649. Esto no hizo más que agravar la crisis, que había comenzado con la escasa mano de obra que había quedado en las huertas y los campos.
Los grandes nombres de la nobleza castellana y la encomienda del Valle de Ricote
La familia que estuvo a cargo de la encomienda del Valle de Ricote durante el siglo XVII fue la de Pedro de Toledo. Durante este tiempo tuvieron que hacer frente a dos acontecimientos relevantes para la Historia del Valle: la gran crisis producida por la expulsión de los moriscos, que no se solucionaría hasta el siglo XVIII; y las disputas entre don Fabrique de Toledo Osorio y el conde-duque de Olivares, que se saldarían con la concesión del título de comendador a don Fabrique. El Concejo de Ojós se organizó con dos regidores perpetuos. En el siglo XVIII varios miembros de la familia Massa, una de las más destacadas de la localidad, ocuparon estos cargos políticos de Ojós. Los Massa eran originarios de Extremadura, y se emparentaron con otra de las familias relevantes de la villa, los Marín y Melgarejo. De estos importantes linajes ojenses han llegado a la actualidad casas blasonadas con sus escudos de armas en Ojós, e incluso han dado nombre a calles del pueblo.