Free cookie consent management tool by TermsFeed Soren Peñalver- Fragmentos - Región de Murcia Digital
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Soren Peñalver

Fragmentos

El sartal del ruiseñor

Los niños, hacían girar sus peonzas

multicolores, en Maaloula, en el camino

hacia Damasco, y hablaban una lengua

antigua, en la cual se expresaba

el dulce Isâ, cuando de paso

anduvo por la tierra.

               Los niños

jugaban en su recreo, a la imitación

del samâ, levantando polvaredas

y riendo al caminante. Les mirabas

tú, y les devolvías la sonrisa,

a la vez que a tu mente acudían

las palabras atrevidas y sublimes

que un hadith oyera a su Amado:                  

"De no haber existido tú, no habría

creado yo las esferas

Vino la noche sobre el rosal polvoriento,

de pequeñas rosas olorosas, color marfil          

y vino nuevo.

 El ave ubicua, el pequeño

ruiseñor armenio, sacudió el ambarino

yugo de su cuello, y comenzó la alabanza

del Divino Intelecto.

               Sólo para la atención

del solitario:

Tria, tria, tria, triandáfila,

triandáfilaki, triandáfilon...

              

                                 

El novio, "a la adamasquina"

de gala todo, saltó al jardín

profundo, como saqueador

nocturno, para meterse

en la fresca alberca,

desnudo

El novio, joven

ladrón de amores, abandonó

a su soledad a la paloma

omninocturna, la zureadota,      

la tan sumisa, la que nunca

se zafa del galante asedio.

El alunarado novio, huyó

sin concluir la noche,

en alegre holgorio

con sus amigos seculares.

Y se llevó consigo la rosa

más perfecta de la rama,

la rosa adamascada,

la rosa adamantina,

la rosa adánica, la rosa

sólo ofrecida en adamar

sincero, que iba prendida

y perfumaba su lúcida barba

nigrescente y aljofarada.

Tria, tria, tria, triandáfila,

triandáfilaki, triandáfilon.