La romanización de El Pinatar
Hacia el siglo VI a. C, la llegada de los cartagineses marcó el final de los pueblos íberos y helenos, haciéndose con el poder del litoral murciano, sus minas de plata y plomo y sus factorías de salazones. El Pinatar asistió a las refriegas de las Guerras púnicas entre cartagineses y romanos (264-146 a.C.) en la Península Ibérica.
La tradición y estudio de los métodos militares romanos inducen a pensar que el contorno pinatarense fue el lugar escogido por el joven Plubio Cornelio Escipión, famoso por batir a Aníbal en 209 a.C, para establecer su penúltimo campamento, antes del que montaría en torno a Qart Hadast para el definitivo asedio y asalto a la plaza. Los episodios bélicos se saldan con la hegemonía de Roma en el Mediterráneo. Los vencedores se afianzaron y romanizaron el Campo de Cartagena, al que ellos denominarían 'Campus Spartarius'.
El Pinatar se convierte en una villa industrial, cuyas salinas son explotadas por los romanos para la salazón de pescados y para la elaboración de esa mítica salsa, el 'garum', que elaboraban macerando las vísceras de la caballa o 'scober'. La Vía Augusta, que unía Cartago Nova y Tarraco (Tarragona) atravesaba San Pedro.
La explotación romana de las Salinas de San Pedro del Pinatar
La presencia de los romanos y su industria de salazones en el municipio está atestiguada por: los hallazgos de restos de villas romanas y fustes de columnas en las inmediaciones de San Pedro del Pinatar; hallazgos de balsas de decantación descubiertas por la arqueología subacuática; el tesorillo de denarios republicanos de La Grajuela. En la quinta romana de Los Plazas-La Raya, en San Pedro del Pinatar, se hallaron en 1910 multitud de objetos, que indicaban la existencia de una villa o quinta de recreo de época romana. La gran herencia romana en este lugar son las Salinas de Coterillo. Estas salinas fueron explotadas, en primer lugar, por los romanos. Siglos después serían propiedad de la Corona de España, y más tarde privatizadas por empresarios. La presencia de la industria de salazones y el tráfico marítimo existente en esta zona confirman que debió ser un asentamiento industrial. Así lo atestiguan los pecios de San Ferreol, en las cercanías de la Playuela, y Punta de Algas, frente a La Manga del Mar Menor. Los restos de ánforas, naves, dolios, cuencos y otros utensilios de cerámica confirman la existencia de un intenso tráfico mercantil en la costa de San Pedro del Pinatar.