La Iglesia de Santiago
Hubo una primitiva Iglesia parroquial de Santiago, edificada en el siglo XVI. Si bien, debido a la pobreza de los materiales de la obra, la iglesia se deterioró precozmente. En 1667, como consecuencia del lamentable estado del templo, se proyectó la construcción de un nuevo edificio de mayores proporciones. Se iniciaron los trabajos pero, a causa de problemas económicos, se paralizaron las obras. La iglesia fue deteriorándose. Según documentos de la época, en 1720 dos caballeros de la Orden de Santiago se presentaron en la villa, comprobando que las obras estaban paralizadas por falta de recursos. Finalmente las obras se reanudaron y el 23 de marzo de 1778 fue bendecida la nueva parroquia, quedando la vieja parroquia integrada en la planta de la nueva Iglesia de Santiago.
La planta y el estilo de la iglesia son las de las grandes iglesias santiaguistas. Planta de cruz latina, con cúpula sobre tambor en el crucero, nave central de cinco tramos, seis capillas laterales y ábside, que incluye el altar mayor. La puerta principal está coronada por un medallón con el escudo de la Orden de Santiago.
La ornamentación de las portadas que dan acceso a las sacristías se decoraron según el gusto rococó. Las portadas están labradas en piedra, igual que las columnas, pilastras y torres. En cambio, los paramentos exteriores del edificio son de ladrillo. Se han conservado del templo anterior una escultura en madera del santo tutelar, que preside el camarín del altar mayor; y una imagen de la Virgen con el Niño. En el crucero hay un retablo, que debió ser realizado hacia 1770, dedicado a Nuestra Señora de los Dolores.
El curso del agua
Desde la construcción del asentamiento medieval de Pliego hasta su evolución moderna, el agua influenció la planificación urbana. El manantial natural, que existía a los pies del barranco de la Mota, permitió la creación de una fuente donde el agua era reconducida. Se utilizaba para el abastecimiento de la población y también como abrevadero para los animales de carga y labor. La Fuente de los Caños ha perdurado hasta nuestros días. La balsa de la Fuente de los Caños se sitúa en los límites del casco urbano. Consiste en una serie de caños de bronce, que arrojan el agua sobre un pilar de piedra. De la fuente, el agua desciende a través de una canalización, atravesando el pueblo.
Finalmente, el líquido quedaba recogido en una balsa de riego. En uno de sus lados posee un hermoso reloj de sol, cuya medición del tiempo sirvió para llevar el control sobre las tandas de riego. El reloj está labrado sobre piedra caliza y decorado con pinturas. Las horas solares se marcan sobre la representación de un sol antropomorfo. La fecha que fue marcada en su superficie es la de 1751. En la calle del agua existen dos molinos harineros, a los que el agua que bajaba daba impulso. Durante la noche la balsa está recogiendo agua de la fuente, que al llegar el día se aprovechará para riego. Este sistema ancestral está basado en una justa y proporcionada distribución de los recursos. El agua disponible se reparte en tandas, que se miden en función del tiempo y la presión con la que sale el caudal, de modo que las particiones sean igualitarias. La repartición del agua de riego, como recurso de riqueza fundamental, ha ocasionado conflictos en numerosos municipios. En Pliego no ocurrió así gracias a la coherencia de su reparto, evitándose las tensiones sociales.