Realizada en madera policromada.
Es la Virgen triunfante, en pleno despegue de la niñez hacia la adolescencia. Responde por tanto a la idea de Interiam de Ayala, donde expone que se ha de pintar a la Virgen 'De diez a doce años de edad, con túnica blanca y resplandeciente... y la luna a sus pies'.
La figura está inscrita en un óvalo cuyas manos juntas en el centro, marcan la verticalidad. La túnica blanca de marcados pliegues y el manto azul exuberante, de bellísimas láminas, conforman el volumen táctil de un extraordinario juego de luces y sombras.
La cabeza es de fino modelado, rasgos pequeños, formas rasgadas y deliciosa tersura. La peana acentúa aún más la belleza ingravidez de la imagen.
El tipo de Inmaculada creada por Alonso Cano, delicadeza y solemnidad, será llevada por Mena hacia un moderado naturalismo.
Pedro de Mena acostumbra en las peanas de las Inmaculadas, a poner una luna sobre la que se alza la escultura. Al mismo tiempo tiende a acumular ángeles, que no son sino tiernas figuras infantiles, fruto de ese amor por la infancia. En este caso es la cabeza de un tierno serafín.
Observaciones
En la iconografía mariana, el tema de mayor difusión después de la Contrarreforma, es el de la Inmaculada Concepción. Una de las series más nutridas en la obra de Mena, será precisamente ésta, atendiendo al auge de la advocación que hay en el siglo XVII.
Nombre: Inmaculada Concepción.
Objeto: Escultura.
Autor: Pedro de Mena.
Fecha: Siglo XVII. 1676.
Ubicación: Iglesia parroquial de San Nicolás de Bari.