Despegue al desaparecer la frontera con el reino nazarí
Cuando el reino de Granada cae en manos castellanas en el año 1492, el reino de Murcia vio desaparecer el freno más importante a su desarrollo, la frontera y la guerra. Cehegín no fue una excepción. Tras la desaparición del enemigo musulmán creció demográficamente de modo espectacular, llegando casi a doblar su población al finalizar la centuria. Se pasó de casi 3.000 habitantes a finales del siglo XV a los 5.000 individuos en el XVI.
Este aumento poblacional se vio retroalimentado por el incremento en las roturaciones agrícolas y la expansión de la cabaña ganadera, consecuencias de la extinción de la marca fronteriza. Fue en estos años cuando comenzaron las rivalidades con la vecina Caravaca de la Cruz por la despoblación de Canara, que se integró en Cehegín buscando la protección de sus huertas, amenazadas por los ganaderos caravaqueños.
Con la desaparición del peligro musulmán y la salida de la población de la muralla, la ciudad se agranda y se embellece. Se construyeron diferentes edificios, sobre todo religiosos, tales como las iglesias de la Soledad, Ermita de la Concepción, la Magdalena o la Iglesia del Santo Cristo del siglo XVI y el Convento franciscano de San Esteban del siglo XVII. La crisis del reino de Murcia y de toda España en esta centuria, parece que no afectó de forma significativa a Cehegín. A pesar del hambre que se padeció como consecuencia de las epidemias de peste, las plagas y las guerras de la Corona; lo cierto es que la villa continuó con su tendencia alcista en el número de habitantes. Si acaso, el único punto negro fue la pérdida de la aldea de Bullas, que se independizó de Cehegín en 1689.
La ciudad en el siglo de oro murciano
El siglo XVIII supone la recuperación económica y social, tras la Guerra de Sucesión española. Se produce un nuevo aumento poblacional, a pesar de la pérdida de Bullas, pasando a tener el municipio unas 7.000 almas. Causa y consecuencia de ello fue la roturación y la disposición para el cultivo de nuevas superficies hasta entonces yermas, alternándose los cereales con la vid, que iría en progresivo aumento. Mientras, los gremios polarizaban la actividad artesanal. En esta centuria la ciudad vio incrementado su patrimonio arquitectónico con nuevos edificios, sobre todo civiles.
Algunos ejemplos son el Palacio de Ahumada, el Hospital de la Real Piedad, el Ayuntamiento, o el Palacio de los Fajardo. Un acontecimiento de importancia para la villa tuvo lugar el 25 de julio de 1725 con la entrada de la patrona, la Virgen de las Maravillas, a instancias de la comunidad franciscana. Se trata de una imagen de la Virgen María con el Niño Jesús en brazos traída desde Nápoles, donde fue realizada por Nicolás Fumo.