No se conoce exactamente el momento en el que la Virgen del Rosario pasó a formar parte de la cultura y tradición unionense, pero existe una leyenda a la que se recurre para dotar a las fiestas patronales de La Unión de un origen.
La leyenda sobre la Señora de Blanco
Fue el día en el que un lamentable accidente en las minas de Herrerías, a consecuencia del derrumbamiento de una galería, acabó con la vida de varios de los obreros que allí trabajaban.
El incidente conmovió a todo el pueblo que se volcó en contra de los oficiales responsables de la mina, quienes, amenazados de muerte por muchos de los vecinos que culpaban a estos encargados del trágico suceso, huyeron refugiándose en la cercana Cartagena, donde se cree embarcarían con rumbo a América.
Los unionenses, conmocionados, se habían ofuscado tanto en vengar a sus compañeros fallecidos que habían olvidado de rezar y ofrecer sufragio para que sus almas descansaran en paz. Sucedió entonces el llamado milagro, cuando una tarde, encontrándose los fieles unionenses en la pequeña ermita situada en Herrerías, 'una señora desconocida, de singular belleza, toda vestida de blanco, llevando en la mano un rosario de gruesas cuentas, se situó junto al altar'. Desde allí, expresó a los oyentes la conveniencia de rezar un rosario por los mineros muertos. Los fieles, asombrados, comprendieron sus palabras, su error, y procedieron al rezo en memoria de los mineros. Una vez finalizada la oración presenciaron como 'la señora salió de la ermita sin tocar sus pies el suelo'.
En ese momento todos los testigos del suceso coincidieron en pensar que esa misteriosa mujer no era otra que la Virgen del Rosario que les había ido a visitar para advertirles de su olvido.
Hasta aquí la leyenda donde puede residir el origen de la devoción unionense por esta Virgen. Por otra parte, se puede observar que el culto por el Rosario en la Región de Murcia está presente en muchos de sus pueblos, una tradición que trajeron los dominicos, y que se remonta al siglo XVI.
La primera imagen de la Virgen
De cualquier modo, fue años después, a finales del XIX, cuando un tabernero que tenía su negocio en la Calle la Uva, Antonio Vivancos, fiel devoto del Rosario, encargó una talla de esta Virgen a Sánchez Araciel, que ya por esos años conformaba las filas de la imaginería murciana más prestigiosa.
La devoción como Patrona del pueblo crecería aún más desde que se le dotó de una imagen donde venerarla, ganándose el amor de todos.
El Rosario y la mina
El fervor religioso de los creyentes unionenses por la Virgen del Rosario se ve reflejado en su propio cante minero, cuyos intérpretes le ofrecen sus letras y su arte en numerosas ocasiones.
Se convirtió en algo propio de la creencia unionense que el culto por la patrona de la villa se uniera a la devoción popular del Cristo Minero de La Unión. Ambos son venerados por ese cante tan típico de esta tierra, dedicándoseles muchos momentos en sus interpretaciones. La Virgen del Rosario engrosó muchas de las coplas flamencas de este municipio.
'Soy minero temerario
y con orgullo sincero
llevo al pecho un relicario
con la Virgen del Rosario
y el Cristo de los Mineros'
La Virgen del Rosario, conocida también en esta tierra como la Virgen Minera, es nombrada en el himno de la ciudad, ocupando también parte de las estrofas del himno del Festival del Cante de las Minas en el que se observa las cariñosas referencias a la Patrona.
'Es el pecho del minero santuario
y su cante de levante es un vergel
con aromas de la Virgen del Rosario
que velando en todo instante está por él...'
El momento del 'Rosario Minero'
Con motivo de esta festividad surgirá el conocido como 'Rosario Minero'. Este momento, ideado por el flamencólogo Manuel Adorna, convoca a los fieles a unir su oración al cante y al trovo, uniendo este instante de rezo con los dos pilares del folklore unionense.
Un tradicional poder de convocatoria
Desde que se iniciaron las celebraciones anuales de las fiestas patronales en La Unión, estos festejos son acogidos como un gran acontecimiento popular con plenos poderes de convocatoria.
Ya desde finales del XIX se documentan escritos que versan sobre el éxito de las fiestas patronales unionenses, descritas con retretas en la rambla de Porras, verbenas en la explanada de la Iglesia del Garbanzal, quema del castillo... y gran multitud de gente presenciando los eventos, con música a cargo de la popular Banda de Zapadores.
El entusiasmo que mostraban los antepasados unionenses tiene su continuación en la actualidad.