Yacimiento del Rucián, primeros habitantes de Campos del Río
Los yacimientos arqueológicos del Eneolítico muestran que existió población durante esta época en el territorio circundante a Campos del Río. Se han encontrado abundantes rastros de la presencia humana. Los poblamientos se localizan en zonas montañosas cercanas a corrientes fluviales, siendo el yacimiento más importante el del Cabezo del Rucián. En época neolítica se asientan las bases de la agricultura y la ganadería, en torno a poblados al aire libre. En la Península Ibérica se desarrolla en el sureste durante el III milenio a.C. Las cerámicas de este periodo suelen representar elementos, que aparecen en el arte rupestre esquemático como ídolos, pectiniformes, esquemas humanos y otros signos.
Campos del Río y la cultura argárica
Las relaciones de los restos hallados en el yacimiento del Cabezo del Rucián con la cultura argárica son más que evidentes. Por ejemplo en la elaboración de la cerámica, que tiene en su factura numerosas similitudes. En el yacimiento de Cabezo de la Nao se han hallado numerosos vestigios de la Edad del Bronce. El yacimiento pertenece a varios términos municipales: Mula, Murcia y Campos del Río. A Campos del Río pertenece la mayor superficie del mismo. Los estudios arqueológicos llevados a cabo en la zona permiten señalar la posible existencia de enterramientos megalíticos en la base de una de sus laderas. Las primeras manifestaciones del megalitismo se dan desde finales del Neolítico hasta la Edad del Cobre.
El hábitat romano, las villas en el campo
La presencia del mundo antiguo en Campos del Río no está documentada. El paso de Roma por la comarca del río de Mula, sin embargo, sí que se evidencia por el hallazgo de una serie de villas en torno al fértil valle. Entre ellas Piedra Plomera, Fuencubierta, Contiendas ó Albardinal. Es, por tanto, probable que en las proximidades del actual municipio de Campos del Río se ubicara alguna de estas villas. Éstas ofrecían a sus pobladores comodidades de todo tipo y permitían el aprovechamiento económico del campo, siendo autosuficientes.
Dentro de la villa rural romana se distinguían dos partes diferenciadas. De un lado, la zona rústica (cuadras, graneros, establos, almacenes) y, de otro, la zona habitada, dedicada al alojamiento y vivienda del señor. Dependiendo de la riqueza de su propietario, el lujo de la villa y su decoración con pinturas murales, mosaicos, mármoles, estatuas, etc. podía llegar a ser realmente deslumbrante. La pax romana garantizaba la seguridad y ausencia del bandolerismo. La excelente red de calzadas, que surcaba el país, permitía la comunicación con núcleos de población importantes y facilitaba el comercio de los excedentes agrícolas.