Las cartas reales eran el instrumento esencial en la administración de la monarquía de los territorios bajo su jurisdicción en la Edad Media, así lo muestra, por ejemplo, la curiosa liturgia que solía acompañar la recepción de estos documentos por parte de los concejos, que incluía ceremoniales tan llamativos como la colocación de regidores y corregidores sobre sus cabezas de las misivas regias en señal de acatamiento a la autoridad del monarca.
Existe una amplia gama de este formato documental bajo la forma de cartas abiertas, privilegios rodados, cartas plomadas, cartas de privilegio y de confirmación de privilegio, provisiones reales, células reales, cartas ejecutorias, sobrecartas, etc. Todas ellas se estructuran con un encabezamiento en el que de forma individualizada se describen todos los territorios detentados por el rey, seguida de una exposición del asunto a tratar que antecede las disposiciones que sobre la cuestión resuelve el monarca.
Por último, todas las cartas reales, invariablemente, se encuentran firmadas por el rey o sus consejeros y por el escribano y el canciller real, al igual que selladas con el sello regio.
Cartas Reales en los archivos murcianos
En los archivos de la región se conservan numerosas cartas reales, así, en el municipal de Murcia se han cuantificado más de 3000 y en el de Lorca unas 760. Otros archivos locales también conservan ejemplares, aunque en una cantidad ostensiblemente menor, tal es el caso del de Yecla que atesora 33 o el de Cartagena que conserva 28 de estos documentos, entre los que se encuentra la concesión del fuero de Córdoba a la ciudad portuaria por parte de Fernando III.