José Tristán Rocamora, siglo XVIII
Un personaje notable
José Tristán Rocamora se hizo célebre por combatir a la poderosa orden de Calatrava en defensa de los derechos del pueblo de Abanilla. Al igual que en el drama Fuenteovejuna, Rocamora se enfrentó al comendador de la villa y sufrió persecución e injurias de mano de los gobernantes.
La biografía de este abanillero de pro, demuestra en cada uno de los detalles que se han podido rescatar, que fue un hombre honesto y emprendedor.
Rocamora se casó con Catalina Zárate, mujer de ilustre familia, que siempre apoyó a su marido en los trances a los que se hubo de enfrentar. La estirpe de los Tristán y la de los Rocamora aportaron al pueblo múltiples religiosos. Muchos de los presbíteros de la villa de Abanilla llevaban estos apellidos. Su familia donó los terrenos para la construcción del templo parroquial de San José.
Un hombre emprendedor dedicado a la política
Por ser un hombre con entereza y cultura, ejerció los cargos de concejal, procurador síndico y alcalde del Concejo abanillero. También ostentó los nombramientos de notario apostólico y alguacil de la Santa Cruzada en esta villa.
Por el testamento de su viuda, se ha llegado a saber que entre sus pertenencias se hallaban un rosario de Jerusalén y un Lignum Crucis. Otra evidencia de que se trataba de una familia piadosa.
Su personalidad emprendedora le hacen abordar una serie de obras como la construcción en 1777 del azud existente en el río Chícamo. Esta noria a la altura de Muzarra, recogía las aguas de la rambla del Zurca y de Balonga y las conducía para regar la Cañada de los Pereteros, los Rulos, el Paúl y Mafraque. Su realización supuso una gran mejora para el regadío de los cultivos de las fincas adyacentes.
Un proceso largo y costoso para Abanilla
En 1434 un antepasado de la familia Rocafull cedió Abanilla a la Orden de Calatrava. Desde ese momento permaneció bajo su férreo poder, privada de las libertades y derechos que gozaban otras poblaciones vecinas. Hasta que en 1855 se abriera el proceso desamortizador no vería Abanilla la extinción de los privilegios de la Orden de Calatrava.
Rocamora fue un abanderado de la lucha contra los desmanes de la Orden, sus abusivos impuestos y su control sobre tierras, que permanecían yermas. Mientras ocupaba el puesto de concejal y procurador síndico, se hizo cargo del contencioso que interpuso, en 1761, el administrador del infante D. Luis Antonio de Borbón, comendador de la villa, contra el Concejo. Las razones del contencioso: diezmos y servicios. Tuvo que viajar repetidas veces a la Corte y, en septiembre de 1762, al archivo del Sacro Convento Calatravo, para el refrendo de los documentos históricos.
Está suficientemente documentado que en el siglo XVIII, los comendadores de Abanilla emprendieron una serie de demandas contra la villa, haciendo que ésta, por defenderse ante los tribunales, se gastara grandes cantidades que necesitaba para sus necesidades.
Pero al fin triunfaron los abanilleros, después de un ajetreo que pone de manifiesto la mala fe de los administradores de la Encomienda. El contencioso de 1761, concluyó a principios del siglo XIX.
Los archienemigos Salazar y Avilés
Abanilla tuvo el infortunio de acoger como administrador y gobernador de la Encomienda a Don Jaime de Salazar que junto al escribano Juan Avilés formaban un equipo despótico, que tuvo subyugado, oprimido y amedrentado a todo el pueblo y a sus vecinos.
De 1762, existe un auto por el cual el alcalde ordinario José Ruiz Rocamora, denuncia la actitud libertina y abusiva del escribano Juan Avilés, nombrado para este oficio en Abanilla desde 1757, por el administrador y gobernador de la Encomienda, el licenciado Don Jaime de Salazar.
En él se describe como propinaba golpes a su propia mujer, arrastrándola por los cabellos repetidísimas veces, por la calle. También se le conoce el delito de adulterio continuado, que cometió pública y escandalosamente. Y es que según relata el citado auto poseía una notable propensión a la lujuria y no hubo mujer alguna de buen parecer, doncella, viuda o casada a quién no tanteara e inquietara, ya con ofertas, ya con amenazas, y ya por otros ilícitos medios para que sucumbiera ante sus lascivos intentos.
Rocamora se enfrenta a los malhechores
José Tristán Rocamora decidió hacer frente a estos dos representantes de la Orden de Calatrava, y eso suponía oponerse a un poderoso enemigo. Tramitó un escrito de súplica que denunciaba el abuso que el administrador y gobernador de la Encomienda, quería efectuar en la percepción de los diezmos de frutas.
Con motivo de oponerse al administrador en la cuestión de los diezmos, éste le envió preso a la cárcel de Murcia, alegando intromisión del Concejo en asuntos de la Encomienda. Le quitó el cargo de notario apostólico y el de procurador síndico.
Permaneció en prisión desde el día 16 de abril hasta el 19 de octubre en 1764, cuando le concedió la libertad el Ilmo. Sr. Nuncio.
El Obispo de Cuenca intercedió para su excarcelación. Probablemente medió en ello Don Ramón Cabrera, residente en Murcia, terrateniente con propiedades en Abanilla (entre ellas la finca de la Casa Cabrera), a cuyo cargo estaba su hijo Don Juan Cabrera y Cereceda, residente en la villa.
Para un hombre no acostumbrado a verse en tales lances, tal fue el rigor de la prisión que cayó enfermo, lo cual favoreció su liberación por motivos de salud.
Al salir de la prisión, no amedrentado, continuó con el proceso que tenía interpuesto para evitar los abusivos diezmos de la Orden. En 1774 la corporación municipal se niega a seguir gastando dinero de los propios del Concejo para la defensa del referido contencioso. José Tristán, Ginés Marco Vives y Don Juan Cabrera y Cereceda suscribieron un protocolo ante el escribano Pedro Bueno Hidalgo, para hacerse cargo de los gastos del proceso. Se conserva un recibo de la entrega de mil reales de vellón al letrado defensor, por mediación de Don Ramón Cabrera, fechado en Madrid el 22 de diciembre de 1774.
José Tristán Rocamora fue uno de los personajes insignes de su época. Su esfuerzo y coraje escribieron el episodio más heroico de la Historia Moderna de esta villa.
Los Rocamora
En la finca del Mafraque perteneciente a Tristán Rocamora, hoy abandonada y casi en ruinas, fue hallado un arcón con documentos.
El análisis paleográfico arroja luz sobre el inventario de objetos que poseía la finca. Su contenido permite situar a la familia de los Tristán Rocamora como principales de la villa de Abanilla.
La estirpe de los Rocamora es amplísima en el pueblo. Hoy en día este apellido es muy común entre los Abanilleros.