Trenzando esparto
La primitiva industria del esparto fue la principal actividad económica de Abanilla hasta la primera mitad del siglo XX. Se conocía con el nombre de capacho o cofín, términos derivados del latín. La tradición de trabajar esta planta proviene de los moriscos, que elaboraban sus esparteñas o calzado con suela de este material. La manufactura del esparto produce innumerables objetos: cestos, esteras, garbillos o cordelería. La mano de obra era fundamentalmente femenina y sufría unas durísimas condiciones laborales. Con la creación de una cooperativa los ingresos revierten sobre la propia localidad y la situación de las trabajadoras mejora.
El municipio y su entorno en el XX
La canalización de aguas del Taibilla, realizada en 1959, junto a las obras del alcantarillado, trajo el agua potable a los hogares de Abanilla y supuso el mayor avance urbanístico del pueblo. A finales del siglo XX el municipio contaba con una población de 6.166 habitantes, repartidos en 236'6 Km. cuadrados de extensión. El 57,53% de sus tierras era de cultivo, con un total de 13.460 hectáreas plantadas. A la vez disfrutaba con 5.178 hectáreas de terreno forestal repartidas en hermosos parajes. El río Chícamo en sus primeros tramos es de gran belleza, destacando su paso por el Cañón del Cajer. Pero el paisaje más característico del término municipal es el de los barrancos o 'bad lands'. Una extensión formada por la sucesión de abarrancamientos producto de la erosión hídrica, sin vegetación alguna.