Siglo XVI, la llegada de las órdenes religiosas
En el siglo XVI, tras el final de la Guerra con Granada, Caravaca de la Cruz vio aumentar su población considerablemente, alcanzando los 9.000 habitantes al final de la centuria. En este incremento también jugaron un importante papel las nuevas roturaciones de tierras. Con la conclusión del conflicto, y atraídos por la reliquia de la 'Vera Cruz', fueron numerosísimos los asentamientos de órdenes religiosas que se producen en la villa en este siglo. En 1532 llegaron los Hermanos de San Juan de Dios, los franciscanos hicieron lo propio en 1566 y los jesuitas arribaron en 1570. Por su parte, las carmelitas de Santa Teresa se asentaron en 1576, fundando el Monasterio e Iglesia de San José; seguidas de los jerónimos en 1581; y los frailes carmelitas de San Juan de la Cruz en 1586, fundando el Convento e Iglesia de Nuestra Señora del Carmen.
Caravaca de la Cruz barroca, siglos XVII-XVIII
Los primeros años del siglo XVII trajeron epidemias que diezman a la población, pero fueron rápidamente superadas, estabilizándose el número de habitantes. Continuaron asentándose órdenes religiosas en Caravaca de la Cruz, como la Orden de Santa Clara en 1609, y prosiguieron creciendo también los recursos agrícolas y ganaderos. En 1617 comenzaron las obras del Santuario de la Vera Cruz, que permanecía hasta entonces en una capilla de la Torre del Homenaje. Dichas obras concluyeron en 1703.
El siglo XVIII vio aumentar nuevamente la población en una villa en la que el Concejo, sus cargos municipales y la propia Orden de Santiago funcionaban de manera precisa. En 1730 se construyó el pórtico principal del Santuario, la cárcel se inició en 1737 y el Ayuntamiento en 1743. La construcción del Templete, por su parte, comenzó en 1762. Ante tal fiebre instructiva no es de extrañar que se produjera en la ciudad un auge del nivel artístico y de los monumentos de la misma. Este fervor constructivo llegó, incluso, a los detalles más ornamentales y a los retablos de iglesias y conventos.