Un Patrón con mucha historia
Se debería viajar muy atrás en el tiempo para encontrar los orígenes más remotos de las Fiestas benielenses en Honor a San Bartolomé, unas celebraciones que aparecen documentadas en el siglo XIX ya como una tradición muy arraigada entre los vecinos de la villa. Cuando le es concedido al término municipal de Beniel la jurisdicción eclesiástica del territorio, allá por el siglo XIV, ya se le otorga la devoción patronal de San Bartolomé, culto que se consolida dos siglos después con la instauración de una ermita.
Esta devoción se afianzará más tarde, entre 1725 y 1734, con la construcción del templo parroquial dedicado al santo patrón, iglesia de gran belleza arquitectónica de la que todavía hoy disfruta el pueblo benielense. Posiblemente desde esos primeros momentos se instauraría el nacimiento de estas fiestas con motivo del culto y celebración patronal.
Primera referencia documental de las fiestas
El primer documento en el que se constatan los festejos de agosto data del siglo XIX, y en él se refleja una costumbre ya muy establecida y asentada de homenajear a San Bartolomé con distintos actos, gozando ya de un importante protagonismo.
Aunque los actos religiosos siempre ocuparon un lugar muy relevante y primordial entre las celebraciones de estas fiestas, con una masiva afluencia de público a las procesiones y actos religiosos, no menos importantes han sido desde antiguo los acontecimientos cívicos que también tenían lugar durante esos días de agosto. Las fiestas duraban entonces una semana, en la que se asistía a un gran número de acontecimientos, muchos de los cuales perviven hoy día como parte inseparable de la tradición popular de los benielenses.
El mercado de ganado: lugar de negocios durante las fiestas a principios del siglo XX
Durante las fiestas se instalaba un mercado de ganado de dimensiones considerables. Gozaba de un inmenso arraigo, tanto en la localidad de Beniel como en los alrededores. Su importancia radicaba en el excelente nivel comercial que este mercado otorgaba a la villa, concentrándose en las casetas que se instalaban con motivo de este evento gran número de ganaderos con sus productos, caballar y lanar fundamentalmente.
También se instalaban vendedores de vino y de otros frutos típicos de la huerta murciana. Aunque este mercado tenga su origen en los siglos pasados, aún en los años 50 del siglo XX continuaba celebrándose a propósito de las fiestas de San Bartolomé.
Los actos festivos del pasado
Como inicio de la semana de fiestas, sobre las 8 de la mañana, tenía lugar el famoso pasacalle con banda de música, posteriormente acompañado de una charamita, que inundaba las calles del ambiente festero de esos días. En este pasacalle participaban también grupos de Gigantes y Cabezudos que recorrían las calles de Beniel, generando un gran ambiente festivo. Sobre las 12 de la mañana se volteaban las campanas como señal de partida de la fiesta.
Durante las noches que duraba la semana de fiestas estaban las tradicionales novenas. El sábado anterior al día 24 (día de la onomástica de San Bartolomé) se llevaba a cabo la ofrenda floral, acompañada por grupos de coros y danzas y distintas comparsas, que ya entonces empezaban a tener protagonismo otorgándoles un color especial a las fiestas. Todas las madrugadas de esa semana había una alborada de fuegos artificiales, cuyos responsables, los Catorras, aún son recordados con cariño en el pueblo.
Verbenas, juegos populares infantiles, festivales,etc., todo tipo de actos surgidos en siglos pasados y que la tradición los ha conservado para seguir disfrutando de ellos en la actualidad.