Incursiones berberiscas
Los primeros tiempos de la Edad Moderna en el litoral marmenorense se caracterizan por el azote berberisco. Durante el siglo XVI y principios del XVII, las incursiones de piratas norteafricanos se intensifican y recrudecen, provocando graves daños en haciendas y vidas humanas. Éste es el motivo de la despoblación acaecida en el Mar Menor durante el período entre 1517 y 1598. La visión amenazante de las torres-vigía y del núcleo fortificado de Los Alcázares, visibles desde la franja arenosa de La Manga, constituían los únicos elementos de intimidación para estos corsarios.
A lo largo del siglo XVII se llevarán a cabo reparaciones en la red de torres-vigía extendida a lo largo del litoral de Mar Menor. Como ejemplo de estas reparaciones se encuentran las de 1625 en las torres de La Encañizada y de Los Alcázares (Torre del Rame), consiguiendo evitar un ataque berberisco en el verano de 1636. Mientras se llevan a cabo estas reparaciones, el Concejo de Murcia aprovisiona de agua a los vecinos del campo marmenorense. En 1685 se censaron once aljibes en Los Alcázares, a cargo del regidor Ginés Saorín, alcalde de la torre de Los Alcázares y sus tierras anejas. Hay que tener en cuenta, que entre los siglos XVI y XVIII, el núcleo de Los Alcázares se reducía a una torre de refugio, que se encontraba bajo la jurisdicción de un alcalde, y a un pequeño recinto fortificado construido junto a las termas romanas, que albergaba aljibes para abrevar el cuantioso ganado que invernaba en los amplios pastos de La Ribera.
Transformaciones económicas y sociales en el siglo XVIII
A pesar de que en el siglo XVIII subsiste el peligro berberisco, la vida vecinal de Los Alcázares se torna más estable y segura, transformándose en lugar escogido para descanso veraniego. Se impone ahora un hábitat disperso, de caseríos alrededor a una casa fuerte o mayorazgo, en torno a la que se impone el sistema de señorío, activándose la vida en estas tierras con motivo de la recolección de cosechas y la llegada del verano.
Hacia finales del siglo XVIII aparecen como caseríos La Calavera, Torre Pacheco, San Javier y Roda, al que se adscribe Los Alcázares. La benignidad climática, la tranquilidad y temperatura de las aguas marmenorenses y el especial atractivo del litoral de Los Alcázares lo convirtieron en el lugar elegido para pasar el verano por parte de muchas familias murcianas, apareciendo así familias como los marqueses de Torre Pacheco, Pastrana, Aledo, Villalta de los Llanos, Corvera, etc., los cuales invitaban a su vez a familias de linaje de diversos puntos de España.