Del cerro sobre el que se asienta el castillo de Benizar llama la atención sus estratos, pues no son planos sino que tienen formas lobuladas que aumentan bruscamente de espesor de sur a norte. Son estratos de areniscas formadas por fragmentos de conchas marinas y algas entre los que se intercalan otros estratos constituidos por cantos angulosos de otras rocas carbonatadas, brechas, sin clasificación aparente. Esta litología y estructura sedimentaria indican un aporte de los sedimentos desde los cerros del sur por un pequeño delta, un abanico deltaico que desembocaba en un ambiente costero, hace unos 14 millones de años y que acarreaba sedimentos de una manera rápida.
Son también notables los grandes bloques desprendidos que hay en el entorno del castillo. Desde el castillo las vistas son inmejorables, junto a él la población de Benizar, con su característica fisionomía en “ese”, hacia el noroeste se observa todo el valle cretácico salpicado por los caseríos de Mazuza y Otos y se intuyen las ruinas del castillo, escondido, de Priego.
Pero quizás lo más llamativo es el imponente Calar de Benizar, formado por las mismas rocas que las del castillo pero intensamente afectado por la karstificación que dado lugar a grandes cavidades, algunas de ellas utilizadas como aprisco para ganado. Ambos relieves estuvieron hace millones de años unidos pero el incansable trabajo del agua fue poco a poco formando el arroyo de Benizar que hoy los separa.