Muralista
Cristóbal Gabarrón se mantiene firme en la creencia de que el Arte tiene que salir a la calle, pues sólo de esta forma puede ser popular, llegar al gran público. Posiblemente, la satisfacción de hacerlo en el medio urbano, al exterior, para que todos pudieran participar de él, fuera la causa de que Gabarrón hiciera un paréntesis en su trabajo cotidiano de estudio para crear una obra de carácter monumental que cumpliera además una función educativa que fuese a la vez reflejo del arte y del mundo actual.
Con esto Gabarrón es, quizás, quien mejor ha llenado de contenidos plásticos e históricos algunos de los acontecimientos culturales universales más destacados que tuvieron lugar durante 1992, año de las Olimpiadas de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla. En sus grandes murales se hizo notable como la abstracción, escritura plástica empleada por el autor, se iba haciendo realidad a medida que sobre ella se introducían los diferentes conceptos y se incorporaba la simbología.
El resultado de esta monumental técnica fueron, entre otros muchos, dos espectaculares murales que hoy el mundo entero conoce por su resonancia en los medios de comunicación y su trascendencia en el mundo del Arte:
Historia del Olimpismo, en Barcelona.
Encuentro 92, en Sevilla.