Las minas, los trovos y el cante en La Unión
Las difíciles condiciones del trabajo en la mina ocasionaron que los trabajadores utilizaran la antigua tradición del trovo como “canción protesta”
A finales del siglo XIX se produjo el apogeo de La Unión debido a su gran actividad minera, que necesitó de la inmigración procedente de toda la provincia murciana y del sur de Almería, pues, por entonces, estaba en declive la minería en esa zona andaluza. Se trataba de una mano de obra que trabajaba en condiciones penosas, con un porcentaje no despreciable presidiarios y de menores de 18 años. En contraste, fue aquella la época de las grandes fortunas, creadas, gracias a las explotaciones mineras, por sagas familiares como los Figueroa, con sus frecuentes cacerías en la isla del Barón en el Mar Menor, o los Pedreño, Zapata, Maestre, etc., nombres que se recuerdan hoy día por los fastuosos palacios o casas de recreo que se hicieron construir en Cartagena y su campo, para dar testimonio de su gran riqueza; palacios y mansiones que constituyen hoy un singular patrimonio, en algunos casos, por cierto, en evidente peligro debido a su calamitosa situación de abandono y expolio.
La desigualdad social y las difíciles condiciones del trabajo en la mina ocasionaron que los trabajadores utilizaran la antigua tradición del trovo como “canción protesta” para expresar sus quejas y reivindicar sus derechos. Destaca, como pionero, José María Marín, de La Palma, de gran formación cultural, y cuyas cuartetas y quintillas fueron de tal calidad que es considerado el “rey del trovo”. Un “rey” de cuyo nacimiento se cumple este año el 150 aniversario y cuya obra, alabada por personalidades como Campoamor o Castelar, con quienes se codeó, fue el origen de la posterior actividad trovera en nuestra región. Se atribuye a Marín, además, la invención del "cantaor del trovo", que canta los versos que el trovero le va diciendo al oido, por los estilos naturales y propios del trovo, la "malagueña o la guajira troveras".
También prendió en aquellas circunstancias el cante flamenco, que trajeron los inmigrantes andaluces y que, con el tiempo, llegó a formar parte de la idiosincrasia de la comarca minera, tras el mestizaje de los cantes de todo el sur peninsular. Entre los cantantes de flamenco de la época destacan Conchita la Peñaranda y, sobre todo, Antonio Grau, “Rojo el Alpalgatero”, nacido en Callosa de Segura y considerado el inventor de la minera y otras variantes del cante de las minas, en cuyas letras, aunque la temática es muy variada, se reflejaban a menudo las duras condiciones del trabajo en la mina. Con el tiempo, aquellos cantes mineros estuvieron próximos al olvido, y, para evitarlo, el Ayuntamiento de La Unión organizó en 1961 el primer Festival del Cante de las Minas, que, afortunadamente, ha tenido continuidad.
Son, pues, el trovo y el cante de las minas dos aspectos de la cultura de nuestra región, con evidente afinidad, cuyo origen y relación merecen seguir siendo investigadas. Sirvan estas letras de homenaje al trovero Marín en su 150 aniversario, así como a los troveros y a los profesionales del cante flamenco que tanto han contribuido a enriquecer nuestro patrimonio inmaterial.
Juan José Navarro Avilés