Datos de interés
Estudioso de la Historia de Jumilla
Jerónimo Molina García desarrolló una intensa labor personal de investigación, recopilación y catalogación a lo largo de cuarenta años. El punto de partida lo constituye su profundización minuciosa en dos obras del erudito y canónigo jumillano Juan Lozano Santa: Batistania y Contestania del Reino de Murcia (1794) e Historia de Jumilla (1800). Con esa base, Molina se propuso un doble objetivo, conservar in situ y dar a conocer, a propios y extraños, el rico legado del pasado jumillano.
Arqueólogo local de prestigio en España
Junto a su labor autodidacta obtuvo el asesoramiento científico del Catedrático de Arqueología de la Universidad de Murcia, y gran amigo personal, Cayetano de Mergelina.
Desde la década de 1960 participó en congresos nacionales y en excavaciones dirigidas por algunos de los grandes arqueólogos de la España del momento (Martín Almagro, Eduardo Ripoll y Gratiniano Nieto). Ello supuso que los yacimientos jumillanos fuesen conocidos por expertos de dentro y fuera de la Península. Por otro lado, Molina emprendió una labor de publicaciones científicas en revistas arqueológicas e históricas, alcanzando su mayor esplendor investigador en los años ochenta del siglo XX.
Labor investigadora
Al mismo tiempo que iba enriqueciendo su gran contribución personal, el Museo, desarrollaba una intensa labor de estudio y divulgación acerca de Jumilla, desde la Prehistoria al siglo XX. De gran importancia fue la Carta Arqueológica de Jumilla, publicada en 1973, en colaboración con su hija María de la Concepción, y actualizada en 1991. Se trata de un documento ejemplar en el que Jerónimo Molina describió, exhaustivamente, sesenta y tres yacimientos distribuidos por el extenso municipio jumillano. Este excepcional documento ha sido un ejemplo a seguir en la elaboración posterior de otras cartas arqueológicas.
Dirigió excavaciones en yacimientos arqueológicos de Jumilla, tales como la necrópolis ibérica de Coimbra del Barranco Ancho (aquí encontró la famosa estela funeraria con el jinete íbero) y la villa romana de Los Cipreses (donde halló importantes mosaicos). Este último yacimiento resulta singular, pues desde que el canónigo Lozano lo citó en el siglo XVIII había desaparecido, no pudiéndose localizar ni siquiera el topónimo, algo que Jerónimo Molina logró gracias a su conocimiento profundo del municipio de Jumilla.
También estudió yacimientos de otras localidades cercanas. Así, en Yecla excavó y publicó sobre el Campo de petroglifos de la Tobarrilla (Bronce final-Edad del Hierro). También en Yecla estudió las pinturas rupestres del Monte Arabí. Asimismo se ocupó de la cultura argárica en el Altiplano murciano y la Comunidad Valenciana y, junto a su hija María Asunción, estudió los ídolos naturales de piedra de la Edad del Bronce en el Sureste peninsular.
Como premio a sus investigaciones arqueológicas, la Real Academia Alfonso X el Sabio de Murcia le nombró miembro en 1978. En 1990 dicha Academia le dedicó un libro-homenaje a toda su trayectoria.