Arbolillo o arbusto perenne, por lo general de porte irregular y desgarbado, de hasta 4 m –incluso 6 m–, con tallos verdes, glaucos, glabros (sin pelos), céreos, muy ramificados. Hojas pecioladas, de limbo ovado o elíptico, con nervios principales marcados, gruesos, blanquecinos, de hasta 12 cm de longitud. Flores pentámeras, con cáliz campanulado y corola tubular, amarilla, de aproximadamente 4 cm de longitud y 5-7 mm de diámetro, pubescente, inflada en su extremo, rematada en cinco piezas o lóbulos subtriangulares. Fruto de tipo baya, ovoide, péndula, cubierta por el cáliz, persistente durante la fructificación, que contiene numerosas semillas, muy pequeñas.
Hábitat y distribución
Pionera en terrenos removidos, preferiblemente algo húmedos, como fondos de rambla con avenida reciente, donde puede constituir auténticos bosquetes, pero también muy común en terraplenes, escombreras, márgenes de carretera, solares urbanos, muros, etc. Neofito oriundo de América del sur, que crece silvestre en zonas cálidas de Bolivia y del norte y centro de Argentina. Naturalizada en el resto del continente americano y por la cuenca mediterránea, ampliamente distribuida en la Península Ibérica, siendo sólo rara y puntual en la mitad norte. En la Región de Murcia es un arbolillo común y frecuente, prácticamente siempre presente en la ecología indicada en la mitad sur y valles cálidos.
Observaciones
Planta de crecimiento rápido, que alcanza altura considerable en apenas unas semanas, por lo que solitaria –o en grupos– se hace pronto muy visible y, por los lugares donde suele habitar y por los que tiene preferencia, ocasiona sensación de alteración, abandono o de escasos cuidados si se trata de terrenos ajardinados o espacios verdes de obras recién finalizadas, circunstancia ésta última por otro lado habitual, dado el carácter pionero e invasor de la especie, y que sin duda desluce en exceso si no se elimina inmediatamente tras su aparición.
Es pariente cercano, del mismo género, el tabaco (Nicotiana tabacum), anual, siempre cultivado, y –además– sin sustancias tóxicas en sus hojas como esta, que contiene el alcaloide anabasina, que lo convierte en venenoso para el ganado, que no lo consume.
En Sudamérica, donde es originario y se conoce como “palán palán” también es –curiosamente– subespontánea e invasora en numerosos países, donde se está extendido rápidamente, al igual que en distintas regiones mediterráneas, como ha ocurrido en el sureste peninsular.
José Antonio López Espinosa