La cultura campesina ha estado repleta de supersticiones, pronósticos, fiestas y rituales, en definitiva de una rica tradición transmitida de forma oral, generación tras generación.
La etnobotánica ayudaba a curar o aliviar dolores y enfermedades a través del uso y aprovechamiento de las plantas medicinales. Estas prácticas, acompañadas en muchos casos con oraciones dedicadas a la Virgen o distintos Santos, ayudaron al campesino a ir aliviando dolencias y amarguras.
La predicción de las inclemencias del tiempo es un arte también cultivado en la sociedad rural, que dependía de la realidad atmosférica para asegurar sus cosechas. Campesinos y ganaderos recurrían a ciertos indicadores que anunciaban lluvias o la ausencia de ellas. El sol, la luna, el viento o astros como el lucero del alba servían al mundo rural para adelantarse a inundaciones o grandes periodos de sequía.
En este sentido, a través de las cabañuelas podían conocer, a grandes rasgos, el tiempo atmosférico de todo un año simplemente asociándolo a las condiciones climáticas de ciertos días del mes de agosto.
La transmisión de conocimientos por tradición oral ha constituido en la sociedad campesina la mejor forma de continuar con las peculiaridades de la vida en el campo. A través de la confección de esquemas memorísticos que pasan de padres a hijos y de abuelos a nietos han llegado hasta la actualidad cantos, oraciones, leyendas, fábulas conjuros, mitos, cuentos, dichos, adivinanzas, refranes, relatos y coplas que muestran de forma clara algunas de las características de las sociedades rurales murcianas durante los siglos XVIII, XIX y XX. En definitiva un rico patrimonio inmaterial literario y sonoro que nunca se debería perder.