La vida en el campo siempre resultó dura, repleta de dificultades a las que campesinos, labradores, jornaleros, ganaderos o artesanos tuvieron que hacer frente a lo largo de su existencia.
El entorno urbano donde desarrollaban sus quehaceres diarios era variado, pudiendo encontrar desde una casa cueva a un cortijo, aldea o núcleo de población consolidado.
Mientras que los cortijos apenas disponían junto a la vivienda principal de una zona dedicada a animales, aljibes y una ermita; los pueblos o aldeas presentaban ya cierta estructura urbana adaptando su esquema a la principal actividad que se realizaba en él. Así se conformaban normalmente en torno a un centro religioso y disponían de comercios en sus calles o plazas, localizándose junto a las edificaciones el pilón para las bestias y la fuente que suministraba agua a sus habitantes.
La estructura social dentro de estos núcleos familiares de población variaba según el lugar, aunque por norma general existían por un lado los grandes propietarios de tierras procedentes de la oligarquía, antiguos nobles o nuevos dueños con alto nivel económico que subarrendaban sus dominios para el cultivo; por otro pequeños propietarios que cuidaban su propia tierra; y finalmente jornaleros que trabajaban la tierra de otros.
Un elemento común en estos espacios rurales era la buena convivencia entre vecinos y familiares. Una excelente armonía estaba siempre presente, intentando ayudarse unos a otros ya que el poco rendimiento económico que obtenían algunas familias de la tierra hacía que la solidaridad de todos fuera un brazo firme al que asirse para continuar la dura labor agrícola.
El descanso, el ocio o la vida lúdica aparecían en escasos momentos de la vida diaria en el campo. Pero cuando llegaban las fechas festivas se aprovechaba el momento, se disfrutaba entre vecinos y amigos con juegos para niños o adultos, música y bailes tradicionales.
Las festividades y romerías llenaban el calendario anual a través de los diferentes ciclos del año, teniendo especial énfasis en las celebraciones religiosas como Semana Santa, Día de Todos los Santos o Navidad, pero también relacionadas con la finalización de los trabajos del campo.