Arbusto alto, de hasta 3 m de altura, con numerosas ramas principales, gruesas, que parten desde la base, de corteza agrietada, rugosa, grisácea y algo amarillenta. Tallos con ramillas abundantes, seríceas o de tacto áspero, con estrías longitudinales y hojas lineares, pronto caducas. Flores muy pequeñas, menores de 1 cm, papilionadas, agrupadas en abundantes inflorescencias racemosas, cortas, de 3-5 cm de longitud. Fruto seco e indehiscente (que no se abre), de tipo legumbre, subglobosa u ovoidea, con forma arriñonada, apiculada, persistente en la planta tiempo después de su maduración, que contiene una única semilla, raramente 2, subesférica, negra.
Hábitat y distribución
Matorrales altos, donde suele constituir elemento dominante y vegetación característica (retamares), en terrenos muy secos y áridos, sobre margas y calizas, principalmente en cultivos abandonados de antiguo, ribazos y lindes de extensiones cerealistas, fondos de ramblas y cañadas transitadas por ganado, etc. Especie Mediterráneo occidental, eminentemente iberoafricana, distribuida por el centro, levante y sur peninsular, frecuente en la Región de Murcia, en la ecología indicada.
Observaciones
La retama blanca o retama de olor (Retama monosperma), que puede confundirse fácilmente con la R. sphaerocarpa fuera de la época de floración, es muy similar y también Íbero-magrebí, pero de distribución más restringida en estado silvestre, en la Península ibérica al cuadrante suroeste. Tiene flores blancas, mayores de 1 cm, y ha sido cultivada como ornamental, siendo habitual en Murcia en algunos jardines y cercanías de casas. En medianas y taludes de autovías se han plantado ambas retamas, en sustitución o junto a gayomba (Spartium junceum) y baladre (Nerium oleander), para la restauración y fijación de los terrenos, cometido que cumplen de forma eficaz y cada vez está más acertadamente extendido con Retama sphaerocarpa.
El carácter pionero y primocolonizador de la retama se ve favorecido por las acción humana y, en este sentido, su presencia como dominante en la vegetación atestigua suelos alterados por el hombre y sus actividades, principalmente cultivos antiguos abandonados y/o de intensa ganadería.
Destaca, y es importante consecuencia de esta rápida colonización de terrenos alterados, pobres en nutrientes, la capacidad nitrificante de la retama, mediante la simbiosis establecida en sus raíces –como ocurre en otras leguminosas– con cianobacterias fijadoras de nitrógeno, que generará pronto un herbazal diverso en especies palatables para el ganado en el retamar, propiciando así un progresivo enriquecimiento del suelo.
Además de proveer de múltiples usos a los habitantes de los campos murcianos de otras épocas, como fabricación de cuerdas y determinadas propiedades curativas o medicinales (para dolores de la regla y de estómago, calmar síntomas del resfriado, etc.), la cultura popular también le ha atribuido usos mágicos o basados en la superstición, como la derivaría de hacer nudos en sus ramas y después tomar camino distinto para no volver a ver a esa retama, por la creencia de que cuando el nudo se seque desaparecerá una verruga.
José Antonio López Espinosa