El recorrido propuesto atraviesa en primer lugar las filitas alpujárrides de edad paleozoica, aunque éstas solo se observan en las proximidades de los relieves cercanos a la pista de tierra, ya que suelen estar cubiertas por sedimentos cuaternarios (coluvios, depósitos fluviales, abanicos aluviales y restos de glacis), estando cementados por costras calizas los más antiguos. Sobre las filitas descansan paquetes de calizas y dolomías mesozoicas que originan los primeros relieves que observamos en la zona.
Los últimos relieves que cruzamos antes de llegar a las salinas están originados por esquistos oscuros, ricos en grafito y de edad paleozoica, del complejo Nevado-filábride, que engloban niveles de cuarcitas claras con estructuras de boudin. En las proximidades de las salinas existen varias zonas habilitadas para dejar el vehículo, desde ellas se prosigue el recorrido a píe.
Parada 1: Salinas del Rasall (lagunas costeras desecadas).
En primer lugar, podemos observar que la zona es una pequeña depresión limitada al norte por los relieves de esquistos y al sur por un cordón de dunas eólicas fósiles (paleodunas o eolianitas). Se trata de dos antiguas lagunas costeras (lagoon) desecadas, rellenas de limos fangosos ricos en materia orgánica (muy oscuros) por el ambiente anóxico reinante en ellas, que nos recuerdan a los barros del Mar Menor. Las faldas de los relieves esquistosos están cubiertas por abanicos y glacis cuya edad oscila entre el Pleistoceno inferior y la actualidad.
Estas lagunas recibían aguas dulces de las ramblas adyacentes y marinas del Mediterráneo, hasta que a principio de siglo pasado fueron transformadas en salinas, para ello se desviaron los cauces de los ramblizos, se construyeron motas de tierra, se dividieron en diferentes balsas, se instaló un motor para bombear agua marina y se excavó un canal en el cordón de paleodunas para conducir el agua marina hasta las balsas. Estas infraestructuras permanecen en las proximidades de la playa de las Cañas. Posteriormente fueron abandonadas en la década de los 90, hasta que la administración regional las puso en valor recientemente, pasando a ser un destacado punto de interés ecológico y etnográfico.
Parada 2: Paleodunas y dunas actuales de Calblanque.
Cruzando el lagoon llegamos hasta un cordón de dunas eólicas (eolianitas) que lo aíslan del mar. Se trata de un complejo dunar cuya edad oscila entre el Pleistoceno superior y la actualidad, cuyas dunas más antiguas se nutrieron de arenas oolíticas del Último Interglaciar (Pleistoceno superior). Estas arenas se originaron a su vez por la precipitación de sucesivas capas de carbonatos fibrosos (aragonito) alrededor de granos, en un ambiente marino somero, agitado y bajo un clima más cálido que el actual, como ocurre actualmente en la costa de Las Bahamas o de Túnez. Estas arenas fueron llevadas hasta la orilla por el oleaje y retrabajadas por el viento formando las dunas eólicas, como se deduce de las laminaciones que presentan. Posteriormente fueron estabilizadas por la vegetación, ya que presentan numerosos rizolitos (estructuras cilíndricas más o menos verticales generadas por raíces) y finalmente fueron cementadas por aguas sobresaturadas en carbonatos, que ascendían por fenómenos de capilaridad, lo que ha permitido su conservación.
También existen en este cordón dunas formadas por: arenas bioclásticas (arenas cuyos granos son fragmentos de conchas), arenas siliciclásticas (cuyos granos son fundamentalmente de cuarzo proveniente de la erosión de las cuarcitas nevado-filábrides y maláguides) y arenas que representan antiguas playas fósiles.
En esta zona se conservan además los restos de otras dunas más recientes, pero pertenecientes también al Último Interglaciar, que al estar poco cementadas han sufrido una fuerte erosión, pero es en ellas donde mejor se aprecian las laminaciones cruzadas características de las dunas eólicas.
Finalmente, podremos observar dunas actuales que rampan sobre las anteriores, algunas de ellas con vegetación que tiende a estabilizarlas; y ripples que el viento genera en la superficie de éstas y en las arenas de las playas. Incluso si nos acercamos hasta alguno de los cauces de las ramblas es posible observar ripples generados por corrientes fluviales en los cauces con sedimentos finos o cantos imbricados en cauces con gravas.
Parada 3 Lapiaz costero de Calblanque.
Sobre las dunas anteriores al noreste de la playa de Calblanque se ha desarrollado un curioso lapiaz costero como consecuencia de:
• La disolución de las areniscas calcáreas por el agua de escorrentía.
• La abrasión marina que genera el oleaje al arrastrar partículas de sedimento, que actúan como una lija sobre las areniscas.
• La haloclastia o rotura y desagregación de las areniscas por la cristalización de sales en sus poros que desgranan estas rocas.
• La bioerosión o destrucción de las rocas por seres vivos que las desgastan, perforan y disuelven. En la zona de salpicadura del oleaje destacan algunos gasterópodos que se alimentan de algas (fitófagos) para lo que roen la superficie de las rocas, como los de los géneros: Melaraphe, Patella y Monodonta, que en este tipo de rocas pueden llegar a destruir hasta unos 5 gramos de roca al año por individuo. También cabe destacar la existencia de algas endolíticas que microperforan las rocas.
• En la zona sumergida actúan los bivalvos litófagos como los dátiles de mar (Lithophaga lithophaga) o los del género Irus, los erizos, las esponjas y las algas endolíticas.
Pero lo más llamativo de este lapiaz es la multitud de rizolitos y rellenos de fracturas, que al estar más cementados, que el resto de la duna, resisten mejor los procesos erosivos y quedan expuestos dando un pintoresco paisaje. Mientras que en la zona de salpicadura la haloclastia da un modelado en pozas y en la zona de rompiente del oleaje la acción de los gasterópodos marinos ha generado un lapiaz muy agreste con afiladas crestas y superficies escoriaceas.