Los orígenes de las actuales Fiestas de Primavera se encuentran en 1851, aunque por entonces no tenían ese nombre y se celebraban durante el carnaval. Los desfiles del Bando de la Huerta y Entierro de la Sardina se celebraron con altibajos hasta 1879, año en que quedaron suspendidos a causa de la famosa riada de Santa Teresa.
A partir de entonces hubo un período de dos décadas sin fiestas, aunque no faltaran intentos para recuperarlas, lo que se consiguió en 1899, año en que se organizó en Madrid un tren sudexpreso, llamado “Tren Botijo”, para desplazarse a Murcia con motivo de las fiestas. Según Mª Teresa Sánchez, la iniciativa fue del murciano Marqués de Aledo, residente en Madrid, quien lo sugirió a Ramiro Mestre Martínez, periodista de La Correspondencia de España, que a su vez fundó la “Orden Botijil” para que se encargara de organizar la expedición. Para hacer lo más grata posible la visita a los murcianos residentes en la capital de España y madrileños en general, se organizó por vez primera en aquel año la Batalla de las Flores, además de los clásicos Entierro de la Sardina y Bando de la Huerta, aunque este último, al final, no pudiera salir aquel año.
Se programaron también otras actividades, como la inauguración del monumento a Salzillo en la plaza de Santa Eulalia o una romería extraordinaria al Santuario de la Fuensanta, además de corridas de toros, verbenas y pasacalles.
El “Tren Botijo” se podía tomar en Madrid al módico precio de 20 o 12 pesetas ida y vuelta, según se fuera en segunda o tercera clase, aunque se podía tomar en otros puntos del trayecto. También, y con un pequeño suplemento, se tenía la oportunidad de visitar Cartagena, ciudad de la que, además, salía un tren especial a Murcia los días de corridas de toros. El éxito de la iniciativa fue total y la popularidad que alcanzó el tren fue tan grande que las recepciones en Murcia eran multitudinarias y las despedidas, según Martínez Tornel, eran “afectuosísismas y conmovedoras”, pues la mayoría de viajeros eran murcianos que residían en Madrid, ciudad en la que, por otra parte, las crónicas de los periodistas de prestigiosos medios que acompañaban a Mestre Martínez suponían una publicidad que hizo que en 1903 el tren contara ya con 750 viajeros.
Desgraciadamente, la Primera Guerra Mundial impidió la celebración de las Fiestas en 1918, lo que supuso el fin de aquella peculiar expedición del “Tren Botijo”, aunque hubiese algún intento posterior.
Diremos para terminar, como curiosidad, que para evitar el inconveniente de la doble denominación de “Fiestas de Abril” o “Pascua Marzal”, dependiendo del mes en que cayeran, en el año 1921 se decidió que el nombre fuese, definitivamente, el de Fiestas de Primavera. Unas fiestas que quizá merezcan en la actualidad una iniciativa en el plano turístico como aquella del “Tren Botijo”, ya que la Región de Murcia se encuentra preparada para ofrecer la fórmula de viaje y cultura, con rutas regionales del máximo interés.
Juan José Navarro Avilés