Cabecera: ventana tectónica de Hoya Lóbrega-Collado de las Polladas
Desde la cabecera del Barranco del Cantalar, continuando por la pista forestal hacia el este, enseguida encontramos a nuestra izquierda un suelo con un horizonte enterrado que conserva restos de cenizas de un antiguo incendio, posiblemente coetáneo con el que hay en la pista del Cantalar (P-11).
Cuando el camino comienza a descender, se observa una gran depresión con margas del Cretácico-Terciario rodeada de montañas de dolomías y calizas jurásicas. El entorno se denomina Hoya Lóbrega, por el cortijo que le da nombre y que se encuentra en su parte oriental. La geología de la zona corresponde a lo que se denomina una ventana tectónica, las rocas más modernas quedan rodeadas de rocas más antiguas que previamente se habían superpuesto a ellas por un cabalgamiento.
Llegamos a unas ruinas, el corral de la fuente de la Peña, donde hay una fuente para abastecernos de agua. Frente a este corral en ruinas, se encuentra dos cerros dolomíticos y calizos del Jurásico, el Puntal de las Cuevas y el Collado de las Cabellas. Entre ambos cerros parte un camino, en mal estado hacia el sur que asciende a la Loma de las Cabellas, formada por calizas del jurásico inferior, con morfologías kársticas como lapiaces y dolinas, las vistas merecen el desvío (P-12).
Pronto llegamos a una divisoria de agua denominada el Collado del Aire, aquí se encuentra un pequeño cerro aislado de dolomías muy facturadas y con morfología caprichosas. Se trata de un isleo tectónico, un resto del cabalgamiento que está resistiendo a la erosión, pese a que está muy afectado por procesos de disolución, y en él se encuentran alguna sima y cavidades. En su base, hay fragmentos de carniolas. El relieve de este pequeño cerro es muy llamativo pues está formado por dos estratos verticales separados por una pequeña depresión. Esta singular topografía fue utilizada en la prehistoria reciente, originando el yacimiento arqueológico denominado Cerro del Toril (P-13).
En el entorno, junto al cortijo en ruinas de Lóbrega y otros lugares, son comunes las pequeñas surgencias de agua en el contacto entre las rocas carbonatadas y margosas. La pista asciende hacia el Collado de las Polladas, que hace de cambio de vertiente entre los arroyos Blanco y Polladas. Aquí en el collado, de nuevo aparecen las dolomías ruiniformes y una serie de calizas y margocalizas de color blanco y rojo formadas en los umbrales submarinos del Jurásico medio, a veces con ammonites (P-14). Si el recorrido sólo se hace en coche hay que continuar por la misma pista forestal que va paralela a la margen derecha del Arroyo de las Polladas y por donde se continúa esta serie estratigráfica, hasta alcanzar la carretera de Archivel.
Curso medio: Fuentes Grandes-Puntales del Francés
Poco antes del repecho que sube al Collado de las Polladas, se inicia un camino denominado camino de los petroleros, parece ser que se hizo para alguna prospección de hidrocarburos. Bajando y cerca del inicio, hay una pequeña surgencia de un agua fresquísima, que es un excelente ejemplo para explicar el origen de estos pequeños manantiales (P-15). El agua se aprovecha para los cultivos de la zona y se acumula en una pequeña balsa. El camino de los petroleros continúa paralelo a la ladera del Collado de las Polladas cortando calizas y margocalizas de colores blanco y rojo, atraviesa la cabecera del cauce del Arroyo Blanco y sigue hasta convertirse en una senda que surca la ladera oeste de la sierra dolomítica de los Puntales del Francés. Se puede descender hasta el cauce del arroyo para así siguiendo éste llegar a las Fuentes Grandes, en la base del este del Cerro de Cantalobos (P-16). Esta zona es muy interesante por varios motivos:
• El cauce se encaja en un estrecho cañón de calizas y dolomías verticales que forman el frente de cabalgamiento, el mismo que ya se vio en el Cerro de la Molinera (Barranco del Cantalar).
• La base y el frente del cabalgamiento trituraron la roca haciendo que broten aquí varias fuentes que se han captado para uso del Calar de la Santa.
• El cañón se ha formado porque el arroyó se encauzó por fallas perpendiculares al cabalgamiento. Algunas de la paredes verticales son los planos de falla e incluso aún se conservan estrías verticales.
• La circulación subterránea de agua generó en las calizas cavidades, hoy elevadas por el encajamiento del cauce actual del arroyo.
A partir de aquí podemos continuar por la senda que sigue la conducción de agua, paralelamente a la margen derecha del arroyo, pero hay algunos tramos estrechos y sobre pendientes muy verticales y por tanto peligrosos, o de nuevo subir hacia la senda que nos trajo hasta aquí. Ambas opciones confluyen en su parte final y cortan retazos de margas rojizas del Triásico que están aquí por estos procesos de cabalgamiento (P-17). Una vez alcanzada una buena pista forestal, ésta nos permite continuar por la margen derecha de un barranco que confluye en el Arroyo Blanco. El paseo nos permite ver que la erosión de las margas que se atraviesan y el encajamiento de ambos cauces son muy rápidos, pues hay diversas terrazas fluviales situadas a mucha altura respecto a los cauces actuales, en los taludes de las laderas las raíces de los pinos salen a la superficie y son numerosos los ejemplos de erosión en piping (P-18). La energía del agua también se ha aprovechado en la zona desde antiguo, se pasa por un antiguo molino, el molino de Manta.
Curso bajo: Arroyo Blanco-Molatica-Rogativa
La pista forestal confluye en la carretera asfaltada que lleva al Calar de la Santa. Aquí hay un cartel que nos indica que hemos visitado el Lugar de Importancia Comunitaria de la Sierra de Villafuerte. Por una senda que baja al cauce del Arroyo Blanco, podemos llegar a la confluencia de éste con al Barranco del Cantalar. Ambos cauces se encajan profundamente entre margas cretácicas y sobre sus propios sedimentos que dejaron antaño, dando buenos ejemplos de terrazas fluviales, algunas incluso han sido aprovechadas para el cultivo (P-19).
Continuando por la carretera asfaltada, poco antes de que termine ésta parte un camino a la derecha que nos lleva hasta las casas de Arroyo Blanco. Del entorno geológico destaca las paredes verticales formadas por calizas con muchos fragmentos de fósiles (calizas bioclásticas) y areniscas depositadas en medios marinos hace unos 20 Ma sobre las que se encaja el cauce fluvial, formando un interesante cañón. Estas paredes corresponden a un plano de falla normal, en algunos sectores de la falla todavía se conservan las estrías de fricción entre los dos bloques (P-20) El bloque levantado de la falla corresponde a las rocas antes comentadas y el bloque hundido está formado por margas cretácicas y margas con yesos del Triásico. ¿Por qué esta incongruencia, si las fallas normales tienen las rocas más modernas en el bloque hundido, hacia donde se inclina el plano? Según el mapa geológico de la zona, es debido a que previamente a esta falla hubo un cabalgamiento que superpuso rocas más antiguas sobre las más modernas. El Cerro del Castellar, que está un poco más al norte, es la parte más alta de este cabalgamiento formando lo que se denomina un isleo tectónico. A la izquierda de un antiguo corral podemos subir hasta el techo del estrato calizo, enseguida aparece un pequeño barranco donde se puede ver que hay margas rojizas con yesos del triásico, facies Keuper, sobre estas calizas terciarias, andando en dirección oeste por este contacto enseguida comprobaremos que se trata de la base, casi horizontal, del cabalgamiento, pues incluso se ha conservado la superficie de fricción con sus estrías y mineralización de óxidos (P-21). Hemos encontrado la prueba de que nuestra hipótesis era cierta.
El encajamiento del cauce y los diques para prevenir la erosión hacen difícil continuar por el cauce hasta su desembocadura en la rambla de la Rogativa. Pero desde la primera cantera que hay en la pista que sube hacia el Cantalar parte un camino que atraviesa margas y turbiditas cretácicas y que a un 1,5 km termina en una casa abandonada denominada la Molatica (P-22). Aquí, y en un yacimiento arqueológico tardoantiguo, muy alterado por terrazas de cultivo, hay un sobrecogedor precipicio que nos puede servir como mirador geológico donde se observan:
• Llamativas rocas de color rojo intenso, no vistas hasta ahora. Son rocas detríticas, depositadas por antiguos ríos en un clima muy lluvioso y cálido en el Oligoceno-Mioceno inferior, cerca de la costa, pues se intercalan con calizas blancas de origen marino.
• El desfiladero de Arroyo blanco, que se ha formado en areniscas y calizas bioclásticas costeras.
• Sobre ellas, enfrente, aparece el isleo tectónico del Castellar, formado por calizas jurásicas y margas cretácicas. Todo el entorno ha sido afectado por fallas, siendo común encontrar diversos planos bien conservados. Los desprendimientos también son muy numerosos.
• Cerca de Aquí, confluyen los arroyos Blanco y Alazor y forman una amplia zona con caprichosos meandros que se hunden entre terrazas fluviales muy bien conservadas.