Hierba perenne, de desarrollo anual y floración otoñal, con varias raíces tuberosas, fusiformes. Hojas cortamente pecioladas, ovales, algo dentadas, horizontales, cas pegadas al suelo, híspidas en el envés. Flores solitarias, de aproximadamente 2,5 cm de diámetro, con pétalos de intenso amarillo, y numerosos estambres centrales, sobre tallos floríferos o pedúnculos cubiertos de pelo, pubescentes, de hasta 20 cm de altura. Fruto de tipo aquenio, de hasta 2 mm, oblongo, ligeramente curvado.
Hábitat y distribución
Herbazales entre matorrales, en bolsas de suelo relativamente húmedas durante varias semanas, en el momento clave de su desarrollo (octubre). Ranunculácea mediterránea de territorios cálidos, distribuida en España por Andalucía y otras provincias del suroeste peninsular, de forma puntual por Murcia (Sierras de Cartagena), Comunidad Valenciana y Baleares.
Observaciones
Especie muy rara de floración serótina, principalmente durante las primeras semanas del otoño, que requiere de importantes precipitaciones previas para su rápido crecimiento vegetativo y floración, motivo por el que cada vez es más escasa y difícil de observar. Las citas cartageneras se circunscriben a las sierras costeras orientales, a enclaves concretos del Monte el Calvario y Cabezo Ventura, cercanos a la ciudad de Cartagena, donde han transcurrido varias décadas sin que haya vuelto a localizarse. En litosuelos de la Isla del Ciervo, donde la población se ha visto claramente mermada por la desaparición paulatina de hábitat óptimo, puede aún encontrarse en floración, sólo durante los otoños húmedos, cada vez menos habituales.
Por fortuna, en 2014, se localiza una nueva e importante población en el Parque Regional de Calblanque, en el Cabezo Negro de Las Jordanas. El grupo detectado dentro del espacio protegido cuenta con centenares de ejemplares, que florecen profusamente en los otoños lluviosos, salpicando de un amarillo dominante los herbazales desarrollados en bolsas de terra rossa; estos fértiles suelos de color rojizo, originados por arcillas de descalcificación, son, en sí mismos, una rareza que debe conservarse, así, a su vez, la valiosa biodiversidad de herbáceas y bulbosas que albergan.
José Antonio López Espinosa