La Regencia (1833-1843)
Época de plena transición del Antiguo Régimen al liberalismo, marcada por la crisis dinástica que desencadena la cuestión sucesoria. La Reina Regente defiende los derechos de sucesión de su hija Isabel ante las pretensiones al trono de su cuñado don Carlos, buscando cuantos apoyos estén dispuestos, liberales o no. Pero el alzamiento de don Carlos respaldado por los absolutistas, obligó a María Cristina a aliarse con los liberales para ganar la guerra. Se concedió la amnistía a los liberales expulsados en 1823 y éstos, a pesar de conocer las ideas conservadoras de la Reina Regente, aprovecharon la alianza para conseguir su legitimidad. Su presencia en el país favoreció la opinión de la desaparición del Antiguo Régimen ya que era el único grupo preparado y capaz de llevar a cabo el cambio hacia un Estado liberal.
Durante la regencia de María Cristina mientras se mantuvieron las restricciones para la prensa sólo hubo publicaciones autorizadas: La Aurora Murciana (1833), Diario de Órdenes y Avisos que fue sustituido por el Boletín Oficial de la Provincia de Murcia (1833) que difundía disposiciones legales y artículos de literatura, ciencias y arte.
Además de la Guerra Carlista, al promulgarse el Estatuto Real en 1834 se produce el enfrentamiento entre los liberales progresistas que quieren reformas sociales, económicas y políticas rápidamente y los liberales moderados que prefieren acometer este proceso de una forma más pausada. En el verano de 1835 se produjeron varias revueltas dirigidas por la burguesía urbana que no aceptaba la participación simbólica en el poder concedida por el Estatuto Real, sino que deseaba el poder mismo. Se formaron en varias ciudades Juntas que pedían la reunión de Cortes, la reforma de la ley electoral y la libertad de imprenta. Pero estos puntos políticos concretos se vieron desbordados ante el desorden de las masas que, en la ciudad de Murcia, llegaron a reducir a las autoridades civiles y militares, incendiaron varios conventos y asesinaron a tres realistas que se encontraban en ellos, siendo el periódico político liberal El Censor Intolerante (1835-1836) reflejo de esos años turbulentos.
La Regente, obligada por la situación e intentando calmar a los progresistas, otorgó el gobierno al liberal Mendizábal. Cesaron los alborotos y Mendizábal obtuvo de las Cortes poderes extraordinarios para efectuar su proyecto de reformas basado principalmente en la desamortización eclesiástica, con cuyo producto quería remediar la situación de la Hacienda y reforzar el ejército para acabar con la Guerra Carlista.
En este momento se considera que el tránsito hacia el liberalismo ha terminado y que se inicia la lucha por el poder dentro del sistema liberal. Los gobiernos que se habían ido sucediendo desde Martínez de la Rosa hasta Mendizábal fueron cada vez más liberales. La Regente había intentado impedir este proceso pero no tuvo más remedio que ceder pues sin el apoyo del sector liberal del ejército no habría podido ganar la Guerra.
Al regresar a España los liberales en el exilio, introdujeron en el país nuevas formas de hacer periodismo. Los periódicos anteriores a 1835 eran principalmente de opinión y trataban temas científicos o políticos con la intención de dar a conocer sobre todo las ideas liberales, apenas incluían informaciones. Solían tener un formato pequeño, estaban escritos en una columna y su aspecto era poco atractivo. Pero a partir de esta fecha surgen otros más parecidos a los actuales que incluían informaciones generales de interés, aunque conservaban artículos de opinión política, algunos ejemplos: El Bagel en Corso (1837), El Segura (1839) y El Indicador Murciano (1837). Los enfrentamientos entre los liberales moderados y progresistas continuaron y la prensa se hace eco de estas confrontaciones; en 1839 aparecen El Segura, publicación liberal moderada, defensora de la monarquía constitucional en constante polémica con El Amigo de los Labradores y del Pueblo de tendencia liberal progresista que ayudó a José Monassot a ocupar la alcaldía de Murcia.
La prensa refleja una cierta estabilidad política y libertad de imprenta alcanzada durante la regencia de Espartero (1841-1843).
Reinado de Isabel II (1843-1868)
Los primeros años del reinado de Isabel II, en la llamada década moderada (1843-1854), la prensa siguió se continuó con la estabilidad política y libertad heredada de la época anterior. Sin embargo, a pesar de que la Constitución de 1845 reconocía la libertad de expresión, la limitaba con leyes emitidas por las Cortes, quedando así bajo el control del partido en el poder que impedía la publicación de periódicos de tendencia progresista. Las publicaciones que surgieron durante estos años, eran afectas a la política de los gobiernos o evitaban el tema político dedicándose a la divulgación científica, literaria e histórica. En Lorca surgen La lealtad y La luz del alba ambas en 1844; en Cartagena aparece el periódico industrial y científico El Telégrafo de la Minería (1842), La Minería (1843), el Boletín Oficial de Cartagena (1844), El Faro Cartaginés (1845), El Boletín de Avisos del Faro Cartaginés (1851). En Murcia se edita el Boletín de avisos de Murcia (1841), El Minero (1842) dedicado al fomento de la explotación de minas, actividad que supuso un auge económico para la Región, y algunas revistas literarias, artísticas y científicas como La Lira del Tader (1845), La Palma (1849) y La Vega (1853). En plena regencia de Espartero sale El Murciano independiente (1842) como defensor de Isabel II y de la Constitución de 1837, fue un periódico muy activo en política local. Después de las restricciones de 1845 surge una prensa en defensa de los intereses locales y más desvinculada de los partidos políticos, como por ejemplo, el Diario de Murcia, dos ediciones: una en 1847 y otra en 1851, y El Industrial de Murcia (1854) ambos salidos de la imprenta de José Carles Palacios.
Desde mediados de siglo, en la Región de Murcia, fue produciéndose una reconversión económica y técnica de la agricultura que dio lugar a un gran desarrollo de la actividad industrial, principalmente en la minería, aunque también de otros sectores como el textil, de curtidos, agro-alimentario, etc. En este impulso económico también participó el ferrocarril comercializando los productos locales fuera de la Región. Este progreso económico contribuyó al crecimiento demográfico en la región especialmente en las poblaciones con mayor actividad económica como Cartagena, La Unión, Mazarrón, Águilas, Jumilla, Yecla, Molina, etc.
Durante el Bienio Progresista (1854-1856) hubo un intento con la Constitución de 1856, que no se llegó a aprobar, de establecer como derechos del ciudadano la libertad de expresión, la libertad de imprenta y la libertad de asociación política. La menor presión de la censura se advierte en el aumento de las publicaciones periódicas aunque fueron de corta vida. En Murcia salieron gran número de periódicos y revistas principalmente de las imprentas de Carles Palacios: El Industrial de Murcia (1854), El Liberal Murciano (1855) y de Rafael Almazán: El Avisador y El Correo de Murcia en 1855, y La Abeja y El Telégrafo en 1857. En Cartagena aparecen La Anunciadora Cartagenera (1855) una guía del comercio y una serie de publicaciones de marcado cartagenerismo como El Correo de Cartagena (1855), El Cartaginés y, El Correo Cartagenero (1856).
Los últimos años del reinado de Isabel II están marcados por la caída del moderantismo y la formación de la Unión Liberal O'Donnell 1858 con sectores de los partidos liberales, moderados y progresistas, y la actuación abierta del partido demócrata liderado por Pi y Margall. La severidad de la ley de imprenta de 1857 dificultaba la aparición de revistas y ponía trabas económicas y administrativas al desarrollo de la prensa. A pesar de las restricciones económicas y censoras de la ley de prensa, surgieron muchas publicaciones aunque de corta duración. La mayoría evitaba incluir en sus cabeceras el aspecto político, un ejemplo es El lorquino (1861) que se declara como periódico semanal de intereses materiales, ciencias, literatura y noticias. En Cartagena aparecen publicaciones de información local como La Emulación (1860) y El Eco de Cartagena, de larga duración (1861-1936), y El Huracán (1868) de política local e ideología democrática. En Murcia, entre las publicaciones de temática cultural destacan: El Filarmónico (1859), La Juventud (1864), El Murciano (1867), El Avisador (1868); defiende los intereses económicos y sociales e incluye artículos de ciencias, artes y literatura La Revista Murciana (1860) dirigida por Antonio Hernández Amores; en 1863 aparecen una nueva edición de El Segura, y el periódico semanal joco-serio El Sacamuelas y el Boletín eclesiástico del Obispado de Cartagena (1865)_______________.
La llegada del telégrafo en 1855 y posteriormente la del ferrocarril en 1862 supuso la posibilidad de mejora de las comunicaciones, hecho que fue determinante para el avance de la actividad periodística en la Región. La Paz de Murcia (1858-1895) dirigido por Rafael Almazán fue el primer periódico en utilizar el telégrafo, también por medio del ferrocarril recibía de La Correspondencia de España sus dos páginas centrales a las que añadía las exteriores con información local y anuncios. Intentó mantenerse como periódico independiente pero acabó por ponerse al servicio de los representantes de Unión Liberal, defendiendo la causa de la Revolución de 1868.