La concebida de más luz
Pirograbado coloreado. (190 x 245 cm.). Año 1979.
Es quizás éste panel resuelto en la mayor síntesis de elementos y elegancia, con el conjunto de formas mejor encajado en un espacio: Hay un doble óvalo -huevo de la vida-, el que forma la esperanza de la Humanidad y de la creación, que ha comenzado a subir por el polo superior en la apertura de un gran útero generador, que vela una paloma, de verde vertebrado, y por el que fluirán cabezas prolíficas, y el óvalo –huevo perenne-, en el extremo izquierdo inferior con la Humanidad, que atiende y admira el prodigio de la vida/fuego, que emerge en rosa deshaciéndose y que arma la pureza de un cuerpo nacido virginal. Un viento inasible se pliega reverente ante la Virgen entera en las realidades cósmicas: el sol y la luna –el poder y el amor de todas las mitologías- que se rinden ante el prodigio. Ese sol, alto y creado, presta su azogue en un espejo que reclama al rostro sin afeite y más dibujo. Una madeja de verdes llamas enamoradas, codifican la forma más pina de redención que es la Concepción sin toque, liberada de ser rozada por las malicias, antes de la entrada en el ser. Una azucena transberverada en rojo aurora, se yergue estilizándose de curva airosa y se acerca y se mira en otro espejo de lo puro: los ojos más inocuos. Es de notar, de nuevo, al ave con verde que sonrosa, contemplando a los rostros emergentes. El par de palomas del ángulo inferior izquierdo parlan la fecundidad bajo el flavelo de una teoría impar de verdes lengüecillas.