Hermano Sol (No queráis llamar a nadie Padre vuestro en la Tierra - Mt. 23,9)
Pirograbado coloreado. (190 x 245 cm.). Año 1978.
El panel funde en un solo grabado el afelio y el perihelio de Francisco de Asís. Como es sabido, el cántico del Hermano Sol, fue escrito por él en el Convento de San Damián al final de una vida bien purgada y exaltada. Ese sol viste al desnudo de cualquier indumento, de los vestidos que depositó a los pies de su padre, Piero Bernardone, el día de la humillación en la Plaza de Asís, muy al principio de su aventura, haciendo un doloroso canje con transfusión de gloria: Piero Bernardone por el Padre nuestro, que estás en los cielos (Mt 6,9). Francisco, en aquella ocasión, se descasta, pierde las hechuras del hombre de la carne. En el panel, los dos padres ocupan ángulos en un ring diagonal y axiológico. Entre ambos, la mediación de la Iglesia, que el Obispo Guido, de barba florida, anillado en una mano boteriana, de versátil anatomía, con báculo de caña huertana y un papal capello renacentista, con penacho de verdura y la farpa de una cruz...: El Obispo, vicario paterno que circundó al poverello con los brocados pluviales de una textil gravedad y que, a lo peor, llegaron de la tienda de paños finos del Bernardone. Hay un juego de desnudeces -investimientos: Mientras Piero Bernardone, vestido con un pesado ropón de sombra cubre con sus manos desmesuradas para el dinero, una original desnudez -¿el ceñidor del Paraíso perdido?-, y se acerca a un verdor que se le agosta junto a los dedos posesivos..., Francisco se abre con la inocencia más divertida y alada a la luz de un sol radiante de maizal que trasmuta el cuerpo del mínimo de Asís en una anatomía de Atlante, sosteniendo al Universo mientras reza la leve oración dominical. En el ángulo izquierdo superior, el desbarajuste ordenado de formas vegetales flamígeras desmelena al Dios-Padre, que aprueba el regio terciopelo en llamas de un sol central, girasolado de pétalos de mazorca vermeja, y que deja vestido, sin indumento táctil, al Príncipe-caballero por obra de un Astro-Rey.
Los fondos cromáticos van de un verde intenso hacia un amarillo desvahido que representan un espacio total creado, apoyando la apoteosis de Francisco.