Continuamos viaje desde La Azohía por la Ensenada de Mazarrón, pasando la población cartagenera de Isla Plana, aquí encontramos evidencias de la presencia humana ya en el Paleolítico en abrigos y cuevas con muestra de pintura esquemática en sus paredes (Cueva de la Higuera).
También restos de poblamiento de la cultura de El Argar (antes aludida) y posteriormente unas Termas Romanas, además de infraestructuras industriales para los salazones y la producción de garum en los siglos I y II d.C. con producciones cerámicas locales (Los Tintoreros), conectados por ramblas con la zona de Mazarrón y sus minas y salinas.
Así, llegamos a la parte de poniente de esta ensenada, a la rada del actual Puerto de Mazarrón, a cubierto de los vientos del Suroeste (Lebeche) y, por un espigón moderno, de los de Levante. Puerto colonizado desde tiempos de los fenicios sobre el sustrato indígena y por todas las civilizaciones siguientes.
En 1978 se organiza el primer dragado conocido de estas instalaciones (Julio Mas) y se recogen fragmentos de ánfora fenicia R1; del período cartaginés más antiguo (previo a la Dinastía Bárquida) ánforas Mañá-Pascual A/4 y púnica-ebusitana (PE-14). Del período bárquida que comienza a mediados del siglo III a.C. PE-22 y diferentes subtipos de Mañá C y D, y tipos púnicos presentes más allá de la conquista por la República Romana a partir de 209 a.C. PE-18 y 17 y subtipos de Mañá C entre otros.
En 1990 se vuelve a dragar el puerto (Pérez Rebollo) y aparece el mismo material y más cantidad de cerámica romana como en el dragado anterior. Del período republicano, siglo II a I a.C., ánforas de origen itálico para vino Greco-itálicas y Dressel 1, además de cerámica Campaniense A de barniz negro; del período altoimperial ánforas de la Bética para aceite Dressel 20 y modelos galos, Pascual 1 para vino tarraconense Y Almagro 51 para salazones de la Lusitania, además de cerámica común y toda clase de Terra Sigillata de engobe rojo, Sudgálica e Hispánica.
Lo que más aparece son restos tardíos del Imperio Romano (siglo III a VI d.C.), ánforas norteafricanas Keay acompañadas de cerámica africana de cocina y spatheion (recipiente anfórico alargado de pequeñas dimensiones para el comercio del garum y en parte de producción local), además de materiales musulmanes, medievales, modernos y contemporáneos entre otros.
A fines de los 90 todo el puerto vuelve a ser prospectado por el CNIAS bajo la dirección de Iván Negueruela y en el marco de una nueva Carta Arqueológica que se iniciaba en aguas de Mazarrón y pretendía abarcar todo el litoral murciano. Reconociendo más de 80 puntos de concentración de materiales similares a los anteriores y de todas las épocas. En el mismo puerto encontramos además instalaciones para la industria de salazón y el garum bajo el Museo Factoría Romana de Salazones.
Paradigma de la presencia fenicia en la Península junto a las instalaciones de procesamiento de mineral de la Punta de los Gavilanes y el pecio del Bajo de la Campana (en el otro extremo de la costa murciana). Conocido desde hace relativamente poco tiempo, representa la firme constatación de la fuerte presencia fenicia en nuestras costas a partir del siglo VII a.C. como mínimo y en clara relación con el resto de asentamientos, factorías o colonias de origen fenicio (en contacto con el indigenismo íbero) de la fachada marítima andaluza y el Valle del Guadalquivir y Guadiana por el Sur y hacia el Norte levantino e Isla de Ibiza por el Norte.
Habrá que estudiarlo en relación con estos últimos, con la necrópolis de Villaricos-Herrerías en la costa de Almería y con la cadena de asentamientos fenicio-íberos que por los valles y cuencas del Guadalentín y del Segura llegan hasta la desembocadura de esta última en Guardamar (Alicante) y más allá en Elche.
Y todo ello en conexión con la colonia de Ibiza, como está siendo constatado tras las excavaciones y estudios recientes sobre el importantísimo pecio del Bajo de la Campana, cerca de Isla Grosa, en el extremo Norte de nuestra provincia, con cargamento de marfiles africanos, objetos de lujo en bronce, lingotes de estaño de la ruta de la plata (Extremadura, Portugal, Galicia) y galena argentífera en su forma natural para la copelación de la plata (en estudio su similitud con la aparecida en Ibiza), posible ruta de conexión Círculo del estrecho-Levante-Ibiza, sin descartar la filiación directa con Tiro, la metrópoli en Oriente Medio.
Las misiones comerciales fenicias podían durar tres años según las fuentes, una flota podría arribar, proveniente de las Ciudades Estado semitas a Cádiz, vía de entrada por el Guadalquivir a todos los asentamientos fenicios e íberos o íbero-fenicios (Tartessos), centro neurálgico y de redistribución del Círculo del Estrecho (Sur Península, Norte y fachada Atlántica de África y Portugal hasta Galicia e Inglaterra).
Una vez se desprendiera de su carga primigenia, volvería a rellenar sus bodegas, esta vez con productos como los marfiles africanos, el estaño del norte, manufacturas locales y la galena argentífera (¿Mazarrón?) en su recorrido por las costas peninsulares en el torna-viaje, pasando por los distintos asentamientos comerciales y productores para acabar regresando a “Fenicia” aprovechando la corriente marina natural que desde el estrecho conduce hasta Oriente Medio por las costas del Norte de África, como ya explicábamos.
El ambiente geográfico era bien distinto hace 2.600 años, en sus aledaños desemboca la Rambla de las Moreras, que conexiona todo el complejo con la cuenca del Guadalentín, como ya vimos, presentando una sucesión de islotes (el mayor es la Isla de Adentro actual) que, a su vez, hacen de barrera costera a la laguna interior, convertida en salinas previamente a su ocupación completa por el hombre y las edificaciones contemporáneas.
Hábitat típico de colonización u ocupación fenicia, islotes que enmarcan espacios interiores navegables y a cubierto de las mareas desde los que es fácil su vigilancia y en desembocaduras de ramblas que dan acceso a zonas de recursos agropecuarios y mineros.
Durante 1988, en el transcurso de unas prospecciones del litoral de Mazarrón programadas por el CNIAS y su director Víctor Antona, fueron detectados materiales de origen cultural fenicio, restos de ánforas R1 sobre todo. Fragmentos poco rodados, esto es, que habían permanecido enterrados bajo el fondo durante miles de años y hasta hacía relativamente poco tiempo.
La causa estribaba en el cambio de la dinámica marítima en esta cala provocada por la mano del hombre que, unos años antes, había construido espigones artificiales para la construcción del vecino, por el Oeste, Puerto Deportivo. La playa iba siendo erosionada a enorme velocidad (continúa en la actualidad) y depositándose en la banda oriental de la bahía con los vientos del Suroeste (Lebeche) que ahora batían la costa y el fondo marino de pleno. Hasta 1992 se sucederán una serie de prospecciones y sondeos con los que se pondrán al descubierto los restos de madera de un ¡barco fenicio!
A partir de 1993 y con la llegada de Iván Negueruela a la dirección del Museo Nacional de Arqueología Marítima y CNIAS, se acomete la recuperación del barco (Mazarrón 1) y excavación sistemática de toda la bahía bajo la dirección de Negueruela y Arellano, Barba, Gómez, Miñano y Pinedo. Experimentando con gran éxito en materia de CONSERVACIÓN PREVENTIVA, protección de los restos in-situ mientras no son extraídos, en este caso por medio del diseño y construcción de una “caja fuerte” de acero con accesos por zonas por medio de tapas de 1x1 metros.
El maderamen corresponde a la Quilla (4 metros) del barco, que conserva adosadas 7 filas de Tracas (tablas dispuestas longitudinalmente para trazar el casco de la nave a partir de la quilla) y trabadas entre ellas con el sistema de mortaja, lengüeta y pasador, junto a 4 Cuadernas (elementos transversales a la quilla) cosidas a las tracas. Todo en madera con pasadores o cosido, ningún elemento metálico de construcción naval, apreciando también una reparación mediante cosido entre tracas.
Destacamos también los procesos de extracción de los restos mediante moldes de poliuretano expandido bajo al agua y su posterior tratamiento mediante el proceso de liofilización que consolida la madera prácticamente en su tamaño y color originales, con técnicas desarrolladas en el CNIAS por Juan Luis Sierra y Carlos Gómez-Gil.
Todo el conjunto podemos visitarlo en la exposición permanente del MNAS “ARQUA” de Cartagena en el interior de una gran vitrina que lo conserva en perfectas condiciones de temperatura y humedad constantes.
En cuanto al material asociado, fueron recuperados fragmentos cerámicos de adscripción fenicia a partir del siglo VII a.C. y en relación con el Círculo del Estrecho, ánforas R1, un escarabeo de plata (anillo-sello marca de un comerciante), punta de lanza de bronce, fragmentos de tortas de óxidos de plomo (de procesos metalúrgicos), platos, cuencos, urnas y pithoi (para enterramientos y carga), cuencos trípode, ancla de piedra, cepo de ancla de plomo…
Al final de las campañas fue descubierto el Mazarrón 2, esta vez prácticamente ¡completo!, hecho insólito debido a las condiciones de conservación en aguas cálidas del Mediterráneo con depredador xilófago, el Teredo Navalis y motivado por haberse conservado enterrado más de 2.600 años hasta el cambio de la dinámica de las corrientes marinas de la zona que lo desentierran en parte.
Su cargamento apareció intacto, dos toneladas de tortas de óxido de plomo provenientes seguramente de Punta de los Gavilanes o camino de ésta para volver a ser usados en la obtención de la plata (copelación). A bordo un ánfora R1 para avituallamiento de la dotación, un molino de mano para cereal, espuerta (recipiente de esparto con asa de madera), una vara de madera…
El sistema constructivo es similar, presentando unas dimensiones algo menores que el Mazarrón 1 (8x2,2 metros y sobre 1 metro de puntal o altura) y pudiendo estudiar toda su arquitectura naval, desde la Carlinga (alojamiento de un palo para la única vela desmontable y que no apareció), el sistema de fijación de las tracas antes aludido, los diferentes usos de distintas maderas según su aplicación, flexibilidad y dureza, los baos-bancadas transversales que aportan consistencia, el forro interior del casco con ramas (abarrote) y brea para su protección al cargarlo, el ancla que permanece intacta junto a la estacha de fibra vegetal que la lleva hasta el barco, el embreado del casco, la borda tallada… un tesoro único en el mundo, a la vanguardia de las investigaciones arqueológicas.
El cargamento fue excavado en el año 2000, permaneciendo la nave enterrada bajo el lecho marino y cubierta por la segunda de estas cajas fuertes diseñadas ex profeso en el CNIAS y que lo conservan en perfectas condiciones, como así ha quedado constado en 2008 con la reapertura, estudio y documentación del barco para construcción, además, de una réplica de resina escala 1:1 hoy expuesta en MNAS “ARQVA” junto al cargamento real y los restos originales del Mazarrón 1.
La Playa de la Isla recibe su nombre por la isla que se erige frente a ella, la más grande (y única que se mantiene en la actualidad exenta del continente) entre la cadena de islotes que conformaban en la antigüedad una barrera natural navegable a la laguna interior (ya desecada) y que acabaron unidos a tierra al paso de los siglos debido a los aportes y depósitos de la desembocadura de la Rambla de las Moreras.
La Isla se encuentra a unos 300 metros de la costa actual, cerrándola por el Sur y dejando un paso por el Noreste de unos 150 metros con la Punta de los Aviones, por el Oeste deja también paso, encontrándose justo en el medio el peligroso bajo de La Losa.
Una posibilidad para el hundimiento de los barcos de Mazarrón es que navegando entre las islas tocaran con este cercano bajo provocando una vía de agua y acabaran hundiéndose a 100 metros de éste (el Mazarrón 2 presenta un golpe severo en sus bajos), dándole tiempo a echar el ancla al agua y debido también a las dos toneladas de mineral que transportaba y que sin duda le habrían hundido en exceso durante su navegación hasta tocar en el bajo. La otra posibilidad es que un temporal sorprendiera a una flotilla fondeada en estas aguas, aunque debemos observar que no recuperaran nada del Mazarrón 2 una vez hundido.
En la cara Norte de la isla, frente a la costa y a cubierto de los vientos del Suroeste (Lebeche) y de levante encontramos una pequeña playa con fondeadero. Habría que estudiar su papel en la protohistoria, un posible uso sería como necrópolis y santuario, la costumbre fenicia era la de colocar estos espacios frente a los asentamientos y casi enfrente se sitúan los asentamientos de la Punta de los Gavilanes, Cabezo del Castellar y Punta de Nares.
Sus fondos son arenosos y en parte cubiertos por espesa vegetación de posidonia, desde 1988 el CNIAS ha prospectado la zona localizando restos anfóricos fenicios desde el siglo VII a.C., púnicos y romanos de todas sus épocas. Sobre la propia isla se hace una prospección en 1973 (Saturnino Agüera) en la cual son recuperados materiales de filiación fenicia e íbera del mismo momento que la playa y púnicos y romanos posteriores dispersos por toda su superficie y de amplia cronología, además de pequeños alzados de muros y restos de origen medieval en la zona del embarcadero.
Continuando por la costa mazarronera llegamos a la desembocadura de la Rambla de las Moreras. Si antes explicábamos que en su margen izquierdo los islotes cercanos fueron uniéndose entre ellos por la sedimentación hasta formar una laguna interior, por la margen derecha va formándose una extensa playa hasta Bolnuevo y el recodo formado por el saliente acantilado de la Cueva de los Lobos, frente a las gredas (material arcilloso que conforma sus montes, utilizado en las producciones cerámicas) que dan un espectacular paisaje de tono amarillento de retorcidas formas erosionadas.
En 1988, Víctor Antona y el CNIAS en su elaboración de una Carta Arqueológica y diez años más tarde el mismo CNIAS dirigido por Iván Negueruela con otro proyecto similar localizan en prospección subacuática abundante material anfórico de época romano republicana, siglos II a I a.C.
José Rodríguez Iborra