Geográficamente, todo Mazarrón (hasta el litoral), se configura como una gran depresión enmarcada entre sierras del Sistema Bético y sobre el trazado de la Rambla de las Moreras, que comunica (no se sabe hasta qué punto navegable durante la antigüedad) desde la misma costa hasta el Valle del Guadalentín. Su núcleo poblacional actual y desde la Edad Media es doble, la costa fenicia, cartaginesa y romana y el interior a 5 km a través de las tierras de labor y a salvo de incursiones piráticas en épocas posteriores.
Conforma, junto a Aledo, Totana, Alhama y Librilla la Comarca del Bajo Guadalentín-Mazarrón, unidad geográfica de amplias llanuras enmarcadas por sierras y valles fluviales comunicados entre sí desde la costa hasta Sierra Espuña.
Ya explicábamos la enorme relevancia de todo el cauce del Río Guadalentín (o Sangonera) para las comunicaciones en la antigüedad, como así delatan los numerosos yacimientos íbero-fenicios estudiados hasta la actualidad en su valle comunicando, por el interior, desde Mazarrón hasta la desembocadura del Río Segura en Guardamar (Alicante) y el yacimiento fenicio de la Fonteta, a lo largo de un reguero de poblaciones íberas con importaciones e influencias fenicias.
Además, señalábamos la interacción entre las cuencas fluviales del Guadalquivir y la del Segura desde las poblaciones, colonias, factorías o ciudades de la fachada marítima del Sur de Andalucía y valle del Guadalquivir hasta nuestra cuenca. Asentamientos indígenas (Iberos) junto a establecimientos orientales (Fenicios) y la mezcla de ambos (Tartessos como ejemplo general), con marcada unidad cultural hasta la colonización carthaginesa pre-bárquida a partir del siglo VI a.C., coincidente con la caída de Tiro (la metrópoli cananea) y el levantamiento indígena hacia colonias fenicias.
Esto define un mediodía peninsular con fermento íbero (quizás Indoeuropeo), además de argárico en el Este, orientalizado por la presencia colonial fenicia en contacto por vía marítima con el resto del Mediterráneo Occidental y Central, mundo griego de Ampurias, Marsella y la Magna Grecia (y viceversa), además de otros asentamientos fenicios como el de Ibiza por el Este. La ruta de Las Casitérides (Inglaterra) a través de Portugal y Galicia por vía marítima y terrestre por el Norte y hacia el Sur con las colonias fenicias del Norte de África y su fachada atlántica desde Cádiz (centro del llamado Círculo del Estrecho, área de colonización fenicia primigenia (siglo IX desde Tiro) que va irradiándose y orientalizando culturalmente el sur peninsular).
Toda la llanura de Mazarrón es rica en yacimientos arqueológicos que atestiguan una importante colonización fenicia, probablemente desde el Círculo del Estrecho por vía marítima (barcos de Mazarrón) y el yacimiento de la Punta de los Gavilanes, factoría dedicada a la explotación de galena-argentífera, obteniendo plata y plomo de las excelentes minas cuya explotación heredarán los púnicos a partir del siglo IV a.C. y posteriormente los romanos tras la conquista de Qvart-Hadast en 209 a.C. y que introducen, de pleno, a Mazarrón en las rutas marítimas del Mediterráneo.
En un primer momento de poblamiento íbero-fenicio esta zona, más que la de Cartagena, soportará una mayor colonización y desarrollo, comunicada hacia el Guadalentín por la Rambla de las Moreras y posiblemente hacia el Sur con el yacimiento almeriense de Villaricos-Herrerías y el Valle del Guadalquivir por el Norte, mientras que a partir de la dominación romana el protagonismo pivotará al área de Carthago-Nova, cambiando el ciclo comercial marítimo y pasando Mazarrón a depender de ésta.
Desde el Paleolítico tenemos indicios de asentamientos y en el Eneolítico (aparición del cobre, hace unos 5.000 años) ya se trabajaba en el Cabezo del plomo, además de encontrar restos de Cultura Argárica de este período (indígena del Sureste español, bastante desarrollada en población, metales, enterramientos… que perdura hasta el 1.300 a.C.).
Fenicios, Carthagineses y Romanos se asientan explotando los recursos mineros y también los salazones (salsa garum) estos últimos. De época visigótica y bizantina no tenemos muchos datos, configurándose como un lugar de frontera durante la dominación musulmana y hasta la Edad Moderna, momento en que se re-explota la minería y el Alumbre (para el proceso industrial de teñir las teas) bajo el Marquesado de los Vélez y el Marqués de Villena. Tanto el alumbre como la minería irán decayendo hacia el siglo XIX, paralelamente al protagonismo del municipio.
José Rodríguez Iborra