Nicolás Salzillo (Santa María de Capua Vetere, 1672 - Murcia, 1727)
Nacido en Italia, en el Reino de Nápoles comienza a los 18 años a trabajar con el escultor Marco Aniello Perrone. Con la muerte de su maestro asume la difícil tarea de dirigir un taller, pero consiguió prosperar con la heredada posición social y artística de sus predecesores.
Terminada su etapa de aprendizaje, marcha a España donde su mayor capital es su prestigio y los estudios de otros maestros napolitanos de los que sabe extraer importantes valores como la corrección anatómica y la búsqueda de otros mecanismos de expresión. Los dibujos, yesos, bocetos y composiciones que porta son un tesoro que saben aprovechar sus aprendices, entre ellos sus hijos José, Patricio y el que será responsable del taller, Francisco.
El motivo por el que Nicolás Salzillo escoge Murcia como destino puede obedecer a diferentes motivos, como por ejemplo la importancia del puerto de Cartagena o la presencia del escultor Nicolás de Bussy en Murcia, lo que había formado un respetable círculo artístico y cultural. Además el artista era conocedor del mercado español puesto que desde Napoles se exportaban valiosas obras por vía marítima.
Su primera obra en Murcia corresponde a un concurso convocado por la cofradía de Jesús en 1700. El encargo, que acepta tras el rechazo del propio Nicolás de Bussy, consiste en una composición titulada La Mesa de los Apóstoles. La obra reflejaba las limitaciones de Nicolás Salzillo, especialmente en sus formas rígidas y estereotipadas. Años más tarde (1761) su propio hijo Francisco Salzillo retomaría el tema, siendo vendido el conjunto original a la ciudad de Lorca.
Con los años, su taller comienza a llenar el vacío dejado por Bussy en la esfera local. En 1709 entrega a la Iglesia de San Miguel la escultura de su Titular, donde es limitado por las exigencias del encargo a la copia de una versión muy apreciada por los parroquianos. Circunstancias similares se dan en la escultura de una juvenil Santa Catalina.
De especial relevancia es su intervención en el Trascoro de la Iglesia Colegial de San Patricio de Lorca, de la que se destaca su trabajo en piedra, con la realización de dos arcángeles: San Miguel y San Gabriel, unas esculturas de San Pedro y San Pablo, y cuatro parejas de ángeles con símbolos de María (1716). También se señala la brillante gestión del Cardenal Luis Belluga, figura clave del período y sin la cual no habría sido posible la realización de esta Iglesia en tan poco tiempo.
Nicolás Salzillo falleció en 1727, dejando una importante herencia artística para sus familiares y colaboradores que, dirigidos por su hijo Francisco, continuarían con su legado.