Sobre las cuevas del Calar, hay varias encinas centenarias, pero la flora tiene su máximo exponente en el inmenso carrascal de Bajil. La fauna de este paraje es muy diversa y un complemento ideal para su justificar su protección.
Según nos contaron nuestros amigos y naturalistas de Moratalla, Jesús Rodríguez y Cristina Sobrado, entre sus contenidos se puede destacar que en las cuevas de Zaén y otras muchas oquedades próximas y repisas son ideales para que una buena cantidad de aves ubique en ellas sus nidos, o busquen refugio durante la noche. Principalmente hay que citar a la Chova piquirroja como habitante de estos roquedos. Otras aves fáciles de observar aquí son la Grajilla, Cernícalo vulgar, Avión roquero y común, Colirrojo tizón y probablemente Búho real, ya que en varios puntos se han encontrado plumas pertenecientes a esta gran rapaz nocturna. Las oquedades a veces también son utilizadas por otras especies de aves que normalmente utilizan agujeros en árboles, pero que cuando no los encuentran, hacen también aquí los nidos, Abubillas, Carboneros común y garrapinos, Cárabos, etc… Además de las especies específicas de este hábitat, hay otras que utilizan también este territorio de manera importante en algún momento de su ciclo vital, concretamente como zona de campeo para la búsqueda de alimento, en este caso se incluyen varias especies de aves rapaces como las águilas real, culebrera y calzada, Ratonero común, Búho real; el rarísimo Gato montés, la Garduña. Es ésta también una zona de importante paso otoñal de aves migratorias, alguna de las cuales aprovecha este territorio para alimentarse o descansar debido a la tranquilidad habitual de este espacio.
Existen también en la zona y sus alrededores restos arqueológicos y pinturas rupestres que complementan este lugar de interés geológico, así como aspectos etnológicos por la utilización de estas oquedades. Se remite al lector a visitar la sección de esta web dedicado al municipio de Moratalla.