Analizando la construcción típica de la huerta, la barraca hoy desaparecida, encontramos que para su construcción intervenían distintas especies vegetales, como la Caña común (Arundo donax) y la Pitera (Agave americana), el Siscal (Imperata cilindrica) y el Albardín (Lygeum spartum), todas especies vegetales características de su entorno próximo. En cuanto a la vegetación asociada a la vivienda, se cultivaban especies útiles, bien para utensilios, bien culinarios, y de las que se sacaba siempre algún provecho en distintas épocas del año, contribuyendo al mantenimiento de la economía familiar. Siempre tenía Laureles, Higueras, Granados, Membrilleros, Palmeras, Moreras… sin contar las especies arbóreas de los huertos próximos, que conferían a su entorno una gran biodiversidad.
De todas estas especies antrópicas típicas, son pocas las que conservamos en el interior de nuestras ciudades y pueblos, sustituidas en la actualidad por otras exóticas, de nulo interés y aprovechamiento. No obstante, a lo largo de las aceras de nuestros pueblos y ciudades, y en los parques y jardines, podemos contemplar elementos más o menos naturalizados (por la cantidad de años que llevan entre nosotros) como olmos, plátanos, moreras… pero también tarays, pinos y carrascas como elementos autóctonos –aunque no siempre naturales–, y eucaliptos (Eucaliptus camaldulensis y E. globulus), conocidos localmente como "caliptros", cipreses, o ficus como especies introducidas.
Un recorrido por algunos jardines emblemáticos, como el del Salitre (antigua fábrica de la pólvora) o el del Malecón, donde quedan los restos del naufragado Jardín Botánico, ofrecen la presencia de centenares de especies arbóreas: Pinos, chopos, arces, serbales, sabinas, encinas, olmos, olivos, laureles, aligustres, fresnos, 11 especies de ficus diferentes, 13 especies de eucaliptos, cedros, casuarinas, madroños, abetos, araucarias, otras 13 especies de acacias… y un sinfín de especies más. Sánchez de L. (arbolesornamentales.es) cifra en casi 200 las especies arbóreas ornamentales presentes en los jardines de Murcia, recogiendo el 60% de las mismas los dos mencionados del Salitre y del Malecón.
La apertura de calles y nuevas avenidas en el crecimiento y expansión de las ciudades, o los nuevos núcleos de población, ofrecen la oportunidad de plantar especies acordes con el suelo y el clima murcianos en el que se van a desarrollar. Sería deseable el uso de especies autóctonas, que necesiten poco o ningún riego por encontrarse adaptadas a nuestro clima, ya sean arbustos, o árboles.
Y sería muy necesario que las distintas Administraciones tomen conciencia de la importancia de emplear especies autóctonas en los ajardinamientos y restauraciones en obra pública, ya que presentan múltiples ventajas, como son: escasas necesidades hídricas, menor coste de implantación y mantenimiento, atracción de fauna silvestre y posibilidad de recolonización de zonas próximas.
En este sentido, asociaciones como ANSE mantienen un vivero en Cartagena, donde se reproducen y multiplican numerosas especies autóctonas, algunas de ellas en peligro de extinción, que tienen un valor ambiental muy superior a la vegetación exótica que habitualmente se planta. Árboles y arbustos de elevado interés ecológico serían el lentisco (Pistacia lentiscus), azufaifo (Ziziphus lotus), palmito (Chamaerops humilis), acebuche (Olea europaea), retama (Retama sphaerocarpa), romero (Rosmarinus officinalis), jara (Cistus albidus), espinos... y un largo etcétera.
Por el contrario, el uso extendido de especies vegetales como el Crespinillo o uña de gato (Carpobrotus sp.), una especie exótica invasora, amenaza la supervivencia de la vegetación de dunas y arenales, como en San Pedro, donde se había extendido de manera desorbitada, y del que recientemente se ha procedido a su arranque, destrucción y sustitución por otras especies autóctonas.