En la Región predominan los terrenos calizos, que conforman las elevaciones más destacables, y margosos, sobre todo en las depresiones de las cuencas interiores y por el litoral. Los afloramientos volcánicos, presentes sobre todo en la franja costera y puntualmente por el interior, llevan asociados en ocasiones potentes materiales metamorficos de considerable extensión (filitas de Águilas y Cartagena, mármoles del Cabezo Gordo, etc.). Aun así, los terrenos silíceos son raros y muy localizados en la Región.
En Murcia son frecuentes los suelos poco profundos (leptosoles o litosuelos), en aquellos enclaves donde la edafogénesis es incipiente y está relacionada con el escaso desarrollo de la vegetación, como los que se dan en las cumbres de las sierras, laderas de solana litorales, etc. Los bosques presentan los suelos más desarrollados, estructurados y fértiles (Kastaenozem), como los que originan ríos y ramblas (fluvisoles) tras prolongados años de depósito de materiales producto de la erosión, que en la actualidad ocupan extensas y fructíferas huertas. Los terrenos arcillosos escasean, pero también son particularmente fértiles. Inmersos en enclaves calizos se presentan los denominados terras-rossas, originados a partir de arcillas de descalcificación, que forman bolsas de suelo ricas en herbáceas, sobre todo bulbosas. Los suelos salinos (Slonchak), se caracterizan por limos arcillosos y nivel freático superficial de aguas cargadas de sales, que condiciona una vegetación azonal muy característica.
Es evidente que con carácter local el relieve propicia condiciones favorables. Principalmente en umbrías, vaguadas, etc., la vegetación alcanza mayor desarrollo y los suelos son más profundos y fértiles. Las zonas de solana, por el contrario, constituyen un ambiente adverso, en la mitad sur la semiaridez se vuelve extrema.