Hace unos 10 Ma., la mitad suroriental de la Región de Murcia, formaba parte de un estrecho marino, salpicado de islas y que comunicaba el océano Atlántico con el mar Mediterráneo. Al norte de Macisvenda existía un macizo emergido de relieve agreste, del que partían diversos torrentes, que en su desembocadura en el mar, en las épocas de intensas precipitaciones, depositaban grandes cantidades de sedimentos detríticos groseros (gravas), originando pequeños abanicos deltaicos (figura 2).
El sedimento más grosero se acumulaba cerca de la línea de costa, donde era erosionado por el oleaje y por organismos marinos, como los dátiles de mar (Lithophaga sp) y las esponjas endolíticas (Clionia sp.). Mientras que el más fino, era arrastrado hacia el interior de la cuenca marina y sedimentado sobre sus fangos. Así, la superficie subacuática del abanico deltaico estaba unas veces cubierta por sedimentos detríticos depositados tras las fuertes lluvias, por un antiguo cauce fluvial y otras por arenas de playa, durante las épocas de calma.
En aquella época, en la Región de Murcia existía un clima cálido y cerca de la costa, en épocas con pocas tormentas, sobre los sedimentos deltaicos se instalaban colonias de corales, que originaban pequeños parches arrecifales y que muy a menudo eran sepultados por nuevas avalanchas detríticas, tras lluvias intensas.